La derrota de la Selección de Fútbol Sub-21 de España frente a la de Alemania ha
causado la consiguiente y momentánea desilusión entre los aficionados al
deporte rey. Y es que la victoria de los jugadores veintenarios hubiera
sido el Bálsamo de María para remediar nuestro decaimiento desde que la Selección Absoluta ya no está en la
cresta de la ola. Aunque no conviene olvidar que aún conserva parte de la
distinción con la que enamoró al mundo.
Los
títulos obtenidos por la Selección
Española influyeron decisivamente en el estado de ánimo de muchísimos
españoles. A quienes nunca antes se les había oído identificarse con España a voz en cuello y en cualquier rincón de la
tierra. Tales momentos de esplendor futbolístico
y de alegría casi generalizada, sin duda, fueron más que beneficiosos para que
nuestra estima subiera como la espuma.
Ahora
bien, conviene reconocer cuantos antes que también aquellos éxitos
produjeron efectos negativos: el principal sigue perdurando y consiste en la
creencia de que como inventores de El
Tiqui-taca, concepto que define la forma de jugar de la Selección Española
y que deleitó al mundo del fútbol en su día, podemos mirar a las demás selecciones por
encima del hombro. Pasándonos por la entrepierna, a cada paso, la historia de la
brasileña y alemana, italiana y francesa.
El
periodismo deportivo español –y concretamente
el futbolístico- lleva ya muchos años presumiendo de La Roja –cursilería
manifiesta- en todo el orbe. Y ha dado en la manía, cuando la decadencia del
estilo es evidente, de proclamar a gritos que el tiqui-taca ha sido plagiado
por todas las selecciones. Verbigracia: el director de un periódico deportivo
de tirada nacional, tras alabar los éxitos de las distintas selecciones
alemanas, dice lo siguiente tras la derrota de la Selección Española Sub-21.
Así que
-según este señor- los triunfos de las
selecciones alemanas nos corresponden a nosotros. O sea, a los técnicos del
fútbol español. Ni a don Rodrigo en la horca se le hubiera ocurrido expresarse
con tamaño orgullo. Máxime cuando apreciar cualquier parecido del fútbol exhibido ayer
por los alemanes en el estado de Cracovia con el tiqui-taca, créanme, no deja de ser consecuencia de una visión irreal. Y sólo cabe decir que Santa Lucía le conserve la vista a tan afamado director.
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