Ayer
por la mañana me llamó un amigo a quien yo tuve jugando varias temporadas en un
equipo entrenado por mí y lo primero que me dijo es que tras leer Sergio Ramos y los tiburones, título de una opinión escrita por mí el día 24 del
mes que está ya a punto de exhalar el último suspiro, se acordó inmediatamente de cómo yo abominaba de los
privilegios. Y hasta me recordó está palabras mías: “El privilegio en cualquier
faceta de la vida y mucho más en un equipo de fútbol, separa, divide… No se deben hacer distingos entre los
miembros de una plantilla”.
Sergio Ramos, porque así lo aceptó Zidane, se incorporó a la concentración seis días más tarde que los
demás compañeros. Sin causa justificada.
Y además infringió las normas de seguridad de cualquier jugador de esa
categoría: bucear a mucha profundidad entre tiburones. Así que llegó a Estados
Unidos con una otitis de mucho cuidado. La cual le impidió entrenarse al ritmo
de sus compañeros. Privilegio puro y duro.
Eso sí,
dado que SR está convencido de que es un jugador de leyenda, valiente hasta la
temeridad, decidió jugar frente al
Barcelona para dejar bien sentado que a él no le arredra ni Messi ni nadie. A pesar de hallarse
en pésimas condiciones físicas. Y, claro, pegó un petardo que se oyó en todo el
orbe futbolístico. Gracias al Gran
Capitán y a su cuate Marcelo el
Barcelona marcó dos goles en apenas siete minutos y pudo hacer tres o cuatro
más.
Menos
mal que Kovacic -a quien los periodistas especialistas de la
cosa no cesan de indicarle la puerta de salida- y Marco Asensio sacaron a relucir su poderío y lograron empatar y
evitar lo que tenía visos de convertirse en un descalabro para su equipo. Pues
la defensa del Madrid, debido a que sus laterales siguen jugando como les da la
real gana, sigue pidiendo a gritos un orden establecido. Cómo será el problema
que hasta el director del Diario As añora ya a
Pepe Que Santa Lucía le conserve la vista a mi admirado don Alfredo Relaño.
El
Madrid, por más que uno siga confiando tanto en Varane como en Nacho,
necesita un central que maneje la pierna izquierda desde hace mucho tiempo. Por
razones obvias. Puesto que todos los componentes de esa demarcación son
diestros. Y, desde luego, me mantengo en mis trece: Ramos sigue dando muestras visibles de ir de mal en peor como
defensa. Aunque sus errores puedan ser redimidos por algún que otro remate con
la testa, en minutos decisivos de un encuentro sumamente importante.
En lo
tocante a la poca participación en el juego de Bale y Benzema, hasta el
punto de que se atisba en ellos cierta abulia, es tarea del entrenador
descubrir la causa o las causas. A lo
mejor lo que chirría es el engranaje del conjunto. Porque tan malo es que los laterales no se
incorporen al ataque por sorpresa, como que lo hagan por sistema. Invadiendo
parcelas que desorientan a sus propietarios. Estoy hablando de estrategia.
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