El martes
pasado, cuando me hallaba pegando la hebra con unos conocidos, surgió el nombre
de Mohammed Alí Amar, más conocido
como Nayim, y nuevamente tuve
palabras elogiosas para él. Incluso me permití decir que hay un cargo en el
fútbol que le vendría como anillo al dedo, siempre y cuando estuviera rodeado
de personas capaces de asesorarlo como
mandan los cánones. También dije, una
vez más, que la gente recuerda al Nayim
jugador más por el extraordinario y
trascendental gol que le marcó al Arsenal en la final de la Recopa de Europa en
el Parque de los Príncipes, dándole la victoria al Tottenham en 1995, que por
su calidad como futbolista. Que era mucha. Aun así, lo que no se
puede negar es que aquel gol con el cual batió a David Seaman, portero del Arsenal, sigue siendo la mejor tarjeta de
visita para mi apreciado Nayim. Pues gracias a él logró ser nombrado asesor deportivo en la época del
GIL, más o menos como ahora. A Nayim,
en cambio, le ha faltado ser primer entrenador. Dado que sólo ha sido segundo
en tres o cuatro ocasiones. No se puede tener todo. Faltaría más.
Ambos creen estar entre los que más saben en la capital del Reino de cuestiones futbolísticas y han dado en la manía de decirnos, desde hace unos días, lo mucho que el Madrid echa de menos a Pepe. No se les cae de la boca el nombre del ya jugador del Besiktas turco. Y a partir de ahí no cesan de contarnos todos los males que aquejan a Varane, Nacho y compañía, debido a los muchos goles encajados por el equipo en tierras estadounidenses. Eso sí, la temporada anterior no se cansaban de despotricar contra el internacional con Portugal y de elevar a los altares a Ramos. Cuyas cantadas como defensa se daban en todos los partidos. Aunque en su descargo, servidor dijo siempre que mucha culpa radicaba en la influencia negativa de Marcelo como defensor. Antes del partido contra el Barcelona en Miami, el director del Diario As reclamaba con urgencia la presencia de Ramos para poner fin al desastre defensivo madridista. Una opinión carente de argumentos, y me explico: Ramos, amén de una dolencia, no se hallaba en condiciones físicas para asumir la responsabilidad que se le exige. Y, claro, su actuación fue tan penosa como desdichada. Si bien, a toro pasado, y empleándose con la boca chica, tanto Segurola como Relaño han reconocido que lo de Sergio fue un fiasco. Y se han quedado tan pancho.
Los
suplentes del Madrid
Han jugado tan bien cuando se les ha necesitado que ni siquiera la ausencia de Cristiano Ronaldo en muchos partidos, la temporada pasada, se dejó sentir. De entre esos jugadores, esto es, suplentes habituales, los hay que nunca han mostrado su disconformidad con el papel que desempeñan. Por más que estén convencidos de que en otro equipo serían titulares indiscutibles. Por ejemplo: Kovacic no se ha quejado nunca. Por más que haya dado muestras de su valía, cuando se le ha necesitado, además de haber pasado con notable la presión del Bernabéu. Y qué decir de Marco Asensio. Sus hechos le avalan. Tampoco Nacho ha levantado jamás la voz cuando no ha formado parte del primer grupo. Lucas Vázquez, que tanta expectación suscitó con sus primeras actuaciones, tuvo un día malo cuando le mostró a Zidane su desagrado en un cambio. Y a partir de ahí fue perdiendo la confianza del técnico y la posibilidad de que éste le tuviera en cuenta incluso para irlo adaptando a lateral derecho. De modo que está pasando por un mal momento. Y se le nota. Podría ser traspasado. Isco, en cambio, cuya publicidad desde el banquillo ha venido siendo tan destacada como avasalladora, mostrándose además mustio y arrogante por su situación, se ganó a la plana mayor del periodismo futbolístico. La cual no descansó hasta aburrir a James. Ahora, para que el malagueño tenga el camino mucho más despejado, los plumíferos acabarán por aburrir a Bale. Si no lo está ya. Y un jugador aburrido es peor que uno que sea inferior pero que goce del favor de quienes escriben.
Han jugado tan bien cuando se les ha necesitado que ni siquiera la ausencia de Cristiano Ronaldo en muchos partidos, la temporada pasada, se dejó sentir. De entre esos jugadores, esto es, suplentes habituales, los hay que nunca han mostrado su disconformidad con el papel que desempeñan. Por más que estén convencidos de que en otro equipo serían titulares indiscutibles. Por ejemplo: Kovacic no se ha quejado nunca. Por más que haya dado muestras de su valía, cuando se le ha necesitado, además de haber pasado con notable la presión del Bernabéu. Y qué decir de Marco Asensio. Sus hechos le avalan. Tampoco Nacho ha levantado jamás la voz cuando no ha formado parte del primer grupo. Lucas Vázquez, que tanta expectación suscitó con sus primeras actuaciones, tuvo un día malo cuando le mostró a Zidane su desagrado en un cambio. Y a partir de ahí fue perdiendo la confianza del técnico y la posibilidad de que éste le tuviera en cuenta incluso para irlo adaptando a lateral derecho. De modo que está pasando por un mal momento. Y se le nota. Podría ser traspasado. Isco, en cambio, cuya publicidad desde el banquillo ha venido siendo tan destacada como avasalladora, mostrándose además mustio y arrogante por su situación, se ganó a la plana mayor del periodismo futbolístico. La cual no descansó hasta aburrir a James. Ahora, para que el malagueño tenga el camino mucho más despejado, los plumíferos acabarán por aburrir a Bale. Si no lo está ya. Y un jugador aburrido es peor que uno que sea inferior pero que goce del favor de quienes escriben.
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