De él
he escrito casi siempre cuando se ha visto sometido a la presión de algunos de los suyos.
Que ocupan cargos en el Partido Popular de Ceuta. Tal vez porque no
le perdonan su forma de ser desde que comenzó su carrera municipal,
siendo alcalde Jesús Fortes, como
Jefe de Gabinete entre 1996-1999. Por cierto, jamás le he oído a Emilio Carreira chamullar mal de quien
fue desalojado de la alcaldía, atribuyéndosele todos los males de la Ciudad, en
aquel tiempo, inmerecidamente.
Me
consta que de Emilio Carreira se tiene un concepto equivocado por parte de
quienes no le han tratado, o le han tratado poco, y se han dejado llevar por su
manera de proceder en las discusiones plenarias o viéndole transitar la calle
erguida su figura y como si fuera proclive a mirar a sus vecinos por encima del
hombro. Craso error de cuantos así piensan. Eso sí, mentiría si no dijera que
en sus momentos de ofuscación cuesta lo indecible razonar con él.
Pero ese trastorno momentáneo que le hace salirse de tono va cediendo con celeridad
hasta convertirse más pronto que tarde en un gesto de buena voluntad y, cómo
no, de reconocimiento a su comportamiento. Actitud
que le sitúa en las mejores condiciones personales frente a quienes se achantan
y esperan la oportunidad para asestar a sus rivales la puñalada trapera. La jugarreta calculada.
Conocidos
son y por tanto no hay que mencionarlos, los políticos de esta tierra que a la
chita callando conspiran y están siempre dispuestos a vengarse de quienes no les
bailan el agua. Y además se pavonean por calles, plazas y establecimientos de no
ser accesibles. Sólo les falta embadurnarse con cualquier producto que emita un
olor desagradable para alejar a los intrépidos que osen acercárseles.
Emilio Carreira no es muy dado a la lisonja y por tal motivo
tampoco le agrada que le doren la píldora porque sí. Aunque es verdad que está siempre presto a charlar con quien desee
hacerlo para ponerle al tanto de un problema que él pudiera resolverle. Por más
que la persona que lo aborde le sea desconocida. También procede decir que es buen conversador. Y con su
presencia cualquier tertulia adquiere interés.
En fin, que los hay
que no jaman a Carreira y se pasan
las horas muertas tratando de juntarle chinitas con los pies. Son -como ya he referido al comienzo de este
escrito- algunos compañeros con cargos, ávidos de prepararle disimuladamente una
traición a un tipo que lleva en el partido una eternidad y cuya capacidad para
dar la cara en momentos complicados ha sido manifiesta desde los años noventa.
EC, que
de tonto tiene un pelo, me imagino que ya estará al tanto de lo que sucede.
Puesto que si alguien que lleva en el Partido Popular más de tres décadas no
conoce a sus enemigos y la funesta manera de proceder de ellos, nos veríamos obligados a calificarlo, como mínimo, de despistado. Es más, los que están dispuestos a usar la daga son sobradamente reconocibles. Y no se distinguen, precisamente, por ser agradables ni accesibles. O sea.
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