Pues
sí, a pesar del temporal de levante que azotaba El Estrecho, Ángel María Villar no se arredró lo más
mínimo y desembarcó en Ceuta para asistir a la toma de posesión de Antonio García Gaona como presidente de
la Federación de Fútbol de Ceuta. La presencia del presidente de la RFEF es
siempre todo un acontecimiento en la Ciudad. Tanto o más que la visita de
cualquier político con ínfulas. Lo cual evidencia que Villar ya forma parte de esa minoría de próceres a los que se les
rinde pleitesía sin cortapisas.
El caso
es que la forma de ser de Villar no es muy dada a expresar sus sentimientos. Pues en las anteriores estancias en Ceuta me pareció ver que todas sus
intervenciones llevaban la impronta de la celeridad. Quizá porque sus muchos
compromisos lo mantuvieran en una inquietud
permanente, por si acaso perdía el barco o el helicóptero de entonces y llegaba
tarde a otras citas revestidas de mayor importancia.
En esta
ocasión, sin embargo, le dio tiempo incluso a quedarse asombrado, estupefacto,
pasmado, alelado… ante el edificio que albergará la sede de la Federación de
Fútbol de esta tierra. Y yo le he preguntado a alguien que estuvo en el sitio,
y no se perdió detalle alguno, cómo son esas instalaciones para que hayan
maravillado a un hombre que ha podido permitirse el lujo de ver obras
faraónicas por todo el mundo.
Y mi
interlocutor me respondió que él carecía
de las palabras precisas para describirme la obra. Pero, a pesar de ese
impedimento, no dudó en decirme que en la construcción del edificio no se había
escatimado dinero, y que en él impera el lujo, el buen gusto y muchas cosas más
que se le escapan. Y acabó así su exposición: “Por consiguiente, Manolo,
no me sorprendió que Villar, por muy sobrio que sea, se quedara extasiado ante
lo que estaba viendo.
O sea,
amigo, que el deslumbre que le produjo al señor Villar el edificio que
acogerá la sede de la FFCE causó entre las autoridades locales, como no podía
ser de otra manera, una satisfacción inenarrable. Vamos, de esas que obligan a
ser saboreadas años y años y años y con derecho a contársela a nietos y amigos
hasta el fin de los días. ¿O no?
-¡Por
supuesto! Mira, Manolo, la cara de Antonio García Gaona –presidente de la
Federación de Fútbol de Ceuta-, por ejemplo, reflejaba una felicidad
indescriptible.
-Defínemela,
por favor; tú que eres tan dado a recordar frases hechas a la medida del mejor
estado de ánimo.
-Me
pones en un aprieto, Manolo; pero bueno…, a ver. Era como si Antonio García Gaona, en
los años maduros de la vida, hubiera visto realizarse los ideales soñados de su
juventud y estaba, créeme, casi despendolado de emoción y agradecimiento.
Pues un
abrazo a Antonio García Gaona a quien muchas veces le he zurrado la badana y
siempre demostró saber maneras.
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