Hace
pocos días ha muerto Manuel Muñoz del
Moral. Después de haber estado varios años luchando a brazo partido contra
una enfermedad que no le concedía tregua alguna. Manolo fue empleado de Urbaser. Vivía en Avenida Ejército Español. Hombre
serio, recio y poco dispuesto a claudicar ante las injusticias, era muy popular
en el barrio por ser un madridista fetén.
Estaba
tan identificado con el equipo merengue que sus amigos azulgrana, que eran
bastantes, solían tirarle de la lengua cuando la ocasión lo requería. Con Manolo, además, se podía conversar de
cualquier cuestión candente. Debido a que le sacaba el mayor provecho a sus muchas lecturas.
No en vano era un lector empedernido.
Manolo no gustaba de los circunloquios. Él decía
que lo más conveniente era abordar el meollo de la cuestión en asuntos
discutibles. Y lo decía con su voz poderosa y que fue perdiendo vigor a medida
que las operaciones y los padecimientos fueron deteriorándolo. Solía sentarse
diariamente, salvo cuando no estaba ingresado en el hospital, en un poyete
frente a mi vivienda.
En
ocasiones, en vista de que mi salita de trabajo tiene un cierro que da a ese sitio, yo me asomaba para ver su estado sin
que él pudiera divisarme. Y recordaba, inmediatamente, los días en los que Manolo se recorría Ceuta y terminaba
bañándose en las aguas de El Chorrillo.
Ni que decir tiene que en cuanto nos cruzábamos lo primero que hacíamos es
hablar de nuestro Madrid. Eso sí, nunca me reconoció ningún fallo de Iker Casillas. Si bien tampoco discutió
conmigo al respecto.
Últimamente,
por mor de su ya deteriorada condición física, cuando pasaba por delante de él,
yo me limitaba a saludarlo con la mano en alto para no causarle el menor
trastorno. Puesto que su estado no
aconsejaba, al menos yo así lo creía, ocasionarle molestia alguna. Ahora bien, tentado estuve, tras haber ganado
el Madrid la Duodécima, de acercarme
a él para darle el abrazo de la victoria de los nuestros. Ahora lamento no
haber dado ese paso.
No
obstante, su hermana, que tanto lo viene llorando, me ha dicho que Manolo dijo poco antes de lo suyo… que
ya podía pasar por ese trance con la tranquilidad que le proporcionaba haber
visto ganar a su equipo la duodécima Copa de Europa. He aquí las palabras de
quien nunca dejó de ser un madridista de verdad y una persona íntegra. Descansa
en paz, amigo.
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