Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 18 de junio de 2017

Marco Asensio encandila con su juego


El 15 de mayo, concluido el partido Madrid-Sevilla, correspondiente a La Liga Santander, el título de mi opinión al respecto fue el siguiente: Marco Asensio es un clásico. Y continué refiriéndome al jugador madridista en estos términos. El adjetivo se lo ha ganado a pulso el futbolista nacido en Mallorca. Y lo llamo clásico porque no creo que su labor de hoy pueda ser mejorada. Por estar convencido de que no se puede jugar mejor ni con más eficacia.

Anduvo Marco Asensio por el césped con esa sencillez de quienes aúnan el sosiego con el conocimiento del juego y la suficiente condición física para mostrar sus cualidades con la claridad de los elegidos. Es decir, que actúa con una naturalidad pasmosa. Y asombra, claro que sí, puesto que se hace tirabuzones con las dificultades. Clásico, señores, se le llama a lo que no puede ser mejorado.

Antes de emitir tal opinión, yo ya llevaba muchísimo tiempo, desde que estaba cedido al Español, convencido de que MA era una figura indiscutible de nuestro fútbol. Y no dudaba en enumerar sus muchas cualidades. Capacidades que le otorgan la condición de gran jugador. He aquí algunas de ellas.

Su forma de conducir el balón, desbordando contrarios con suma potencia y dominio del esférico;  su facilidad para chutar desde cualquier posición; su capacidad de asociación y sobre todo sus conocimientos del juego -los cuales le permiten actuar en todas las zonas del campo- han hecho posible que ayer haya maravillado al mundo futbolístico.

El partido jugado por Marco Asensio en la España Sub-21 frente a Macedonia Sub-21 es de los que dejan huella. Magnífico en todos los sentidos. Extraordinario. Todo lo que hizo fue siempre en beneficio de su equipo y sin la menor concesión a la galería. Tan nutrida siempre de exquisitos que se admiran de la finta, del regate innecesario, del taconazo porque sí  o de esa pachanga repleta de pasecitos cortos y horizontales, conducentes a ninguna parte.

En fin, tengamos la fiesta en paz. No vaya a ser que luego salgan los de costumbre tachándome de lo mucho que me desagrada el fútbol-arte. Craso error. Puesto que, por ejemplo, la potencia de Marco Asensio, esto es, fuerza más velocidad, más que impedirle mostrar las muchas cualidades que atesora es fundamental para que sus acciones vertiginosas, y repletas de belleza, derriben muros defensivos. 

Y, por si fuera poco, el hecho de ser ambidextro hacen del zurdo Asensio un cañonero de pies rápidos. Aunque bien haríamos todos a partir de ahora, por más que el jugador mallorquín venga dando  muestras visibles de sensatez, en no atiborrarlo de ditirambos. No vaya a ser que, de la noche a la mañana, crea que es el centro del Universo y vaya declinando en cursi y así hasta terminar siendo un juguete roto.

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