Me
llama un amigo, durante el descanso del partido España-Colombia, para decirme
si merece la pena que el seleccionador nacional, Julen Lopetegui, le siga dorando la píldora a un Gerard Piqué siempre presto a encender
la discordia entre españoles. Aprovechando cualquier circunstancia deportiva
para herir los sentimientos de quienes se saben de memoria los orígenes de
España y que el futbolista parece desconocer.
Mi
respuesta, tras haberlo escuchado atentamente, fue así: creo que
estás hablando por el disgusto que te
acaba de proporcionar el fallo del defensa blaugrana al alimón con Reina, en el gol marcado por el
colombiano Edwin Cardona. Ya que tú,
si la memoria no me falla, siempre defendiste que tenían que jugar los mejores,
en cualquier equipo, aunque éstos fueran despreciables en muchos
sentidos. Que no es el caso de Piqué. Pues
lo de éste tiene más bien visos de ser tonto ostentoso. Lamentable situación
padecida por un tipo que lo tiene todo para no estar continuamente saliendo a
escena con tal de figurar y aparentar.
Mi amigo responde con celeridad y hasta se le nota que mi respuesta no le ha hecho ni pizca de gracia.
-Dime Manolo, dime cuándo yo he defendido a un jugador cuyo mal comportamiento estuviera pidiendo a gritos que se le separara del equipo en el cual estuviera prestando sus servicios.
Te lo
cuento. Aunque hayan pasado muchísimos años de ello. Verás, en la temporada
82-83, siendo yo entrenador de la Agrupación Deportiva Ceuta, Manolo Delgado
Meco, preparador físico del Athletic de Bilbao y de la Selección
Española, a quien conocí en Alcázar de
San Juan, cuando él tenía 17 años, me llamó
para decirme que a Endika Guarrotxena
Arzubiaga, jugador del primer equipo, le había tocado hacer el servicio militar
en Ceuta. Y esta fue su petición: "Procura hacerle un hueco en tu equipo, pues
es un chaval extraordinario y merecedor
de que pase la mejor mili posible".
Enseguida,
dada mi amistad con Delgado Meco y mi aprecio por él, me dirigí a la persona
que podía ayudar a Endika y de paso al primer equipo de la ciudad. Pronto comenzaron los problemas. En
principio, el jugador vasco era un
auténtico abertzale y además despreciaba a los españoles y a los ceutíes en
general. Así que me fueron llegando informes de la persona a quien yo le había
pedido que hiciera por Endika cuanto estuviese en sus manos para que jugara en
la ADC y viviera lo mejor posible en esta tierra.
Los
informes eran pésimos. Su comportamiento en el cuartel era ya insoportable. Así
que un día decidí hablar con él para que rectificara su proceder. Y si no lo
hacía, le dije que yo acabaría por prescindir de sus servicios. Y, amén de no
mejorar, lo que hizo fue empobrecer aún más sus actuaciones en los
entrenamientos y en los partidos. Recuerdo que volví a charlar con él en la
sala de estar de la Residencia Miramar para ver si lograba convencerle de que
se estaba equivocando gravemente. Y me
contestó así:
-Yo no sé, De la Torre, cómo soporta usted a los ceutíes…
-Miré
fijamente al vasco abertzale. Y le dije lo que pensaba. Lo cual me reservo para
no darme pote. Inmediatamente, prescindí de él. En contra de la opinión de innumerables aficionados
ceutíes, que no sabían de qué iba el asunto.
A mi
amigo sólo se le ocurrió, ayer por la noche, durante el descanso del Partido
España-Colombia, preguntarme que a qué venía contarle semejante historia. Y
es que los hay que pierden la memoria a ciertas edades. Y, claro, a mi me dio
mucha lacha tener que recordarle que él fue el más furibundo defensor de Endika
en esa época.
Frase
En este mundo sólo hay dos tragedias: una es no conseguir lo que deseas; y la otra conseguirlo (Oscar Wilde).
Frase
En este mundo sólo hay dos tragedias: una es no conseguir lo que deseas; y la otra conseguirlo (Oscar Wilde).
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