Faltan
pocos días para que comience el verano. Lo cual no es óbice para que el sol de
junio sea ardiente, bochornoso, y encienda los sembrados. Temperatura que
influye en el comportamiento de muchas personas y no siempre para bien. No en vano el calor desata pasiones y hasta es capaz de hinchar la cabeza mejor
amueblada. Obviedades que estamos hartos de ver e incluso las hemos padecido.
Ejemplo: Cristiano
Ronaldo es noticia desde hace
algunos días porque sus más allegados dan por hecho que el portugués no
continuará en el Madrid. Aunque él no
haya dicho todavía esta boca es mía. De lo cual colegimos que la estrella
madridista disfruta de lo lindo con que se hable de él todos los días y fiestas
de guardar. Por algo es un figurón –palabro muy taurino- del deporte rey. Pero una cosa es que su ego sea descomunal y otra es que no le funcione bien la sesera, a pesar de las altas temperaturas.
Semejante
bulo, dado que aún no existe ninguna confirmación oficial del asunto por parte del
jugador, es la comidilla de toda España
y sobre todo de la España madridista. Así como del mundo entero. Y lleva camino
de convertirse en el asunto estrella del verano. El que digan que CR quiere abandonar el Madrid para incorporarse al
equipo de sus amores –Manchester United-, ha sido recibido con jolgorio por parte de la tropa
periodística. La cual sabe lo largo que
se hace un verano sin noticias que despierten el interés de los lectores.
El caso
de Cristiano Ronaldo -salvo que él salga a la palestra y diga que todo lo publicado
y hablado sobre sus deseos de najarse del Madrid son rumores, y nada más que
rumores- acabará pareciéndose a la socorrida historia del monstruo del Lago Ness. Una historia veraniega contada de mil
maneras distintas y aliñada en sus
comienzos con alguna noticia inventada sobre la llegada a Barajas de la
bellísima Ava Gardner.
Por
cierto, en aquellos tiempos, entre los años cincuenta y sesenta, un torero, llamado Luis Miguel Dominguín, se bastaba y se sobraba para disputarle la señora Gardner a Frank Sinatra: esa
condesa descalza que inundó de adolescentes los confesionarios de la época.
Frase
Donde reina el orgullo no hay má dios que uno mismo (José María Pemán).
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