Me
llaman unos amigos para compartir una comida que celebran por un motivo que a
mí me parece muy atractivo: el de hablar durante ella y naturalmente en la
sobremesa. Y además me dicen que se puede opinar de todo lo habido y por haber.
Y hasta de política. Porque lo
primordial consiste en poder estar de tertulia sin que nadie atropelle la razón
que debe imperar en toda charla.
Acepto la invitación a media vuelta de manivela. Es decir, con celeridad pasmosa. A pesar de que esta semana ya había cubierto el cupo de asistencias a cuchipandas y sobre todo porque no me había dado tiempo a recuperarme de las correspondientes a martes y jueves. Y a fe que acerté plenamente. Pues tuve la oportunidad de pasar una tarde tan entretenida como agradable.
Somos cuatro comensales y todos dispuestos a
hablar por los codos. Aunque con cierto
orden. Tras unos intercambios de impresiones para calentar motores, PT
recomienda que, dado que no nos apasionan los problemas, estamos en las mejores
condiciones para decir menos tonterías (risas).
Y sin pérdida de tiempo se dirige a mí para que les diga qué es saber de
fútbol.
Y, tras
un ligero carraspeo, le respondo de tal guisa: "El sabedor de fútbol ha de ser
un dedo índice que señala y un ojo clínico que opina. Su campo es el
diagnóstico, no el quirófano. Reconocerá los fallos del equipo, percibirá sus
carencias y las denunciará sin cortapisas. Ahora bien, no todos los que opinan
de fútbol están capacitados para esa tarea".
Durante
unos minutos se sigue debatiendo mi contestación. Pero pronto se pasa a otro
asunto de actualidad. Lo saca a relucir AS. Tengo la impresión, tras leer lo
escrito por José Antonio Carracao, de que a éste no le entra Emilio Carreira por el ojo derecho. Inmediatamente
surge la voz de AR para expresarse así: “Ni por el derecho ni por el izquierdo,
porque es indiscutible que cierra los ojos para no verlo. Demostración palpable
de la inquina que le tiene. Rencor que acabará dañando al socialista”.
PT
vuelve a dirigirse a mí para que emita mi parecer sobre lo que se ha publicado
en relación con el rey Juan Carlos acerca de la posibilidad de ceder la ciudad
de Melilla a Marruecos en 1979 y poner a Ceuta bajo el control de un
protectorado internacional similar al que tuvo Tánger entre 1923 hasta la
independencia de Marruecos en 1956. Y a mí me da por irme por los cerros de
Úbeda: lo primero que se me ha ocurrido es acordarme de un tal Carles
Puigdemont y de todos… bueno, tengamos la fiesta en paz.
¡Ah!, en vista de lo bien que nos lo hemos pasado, ha habido acuerdo: repetir la cuchipanda cada equis tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.