Hay una
frase que a mí me repatea oírla: Yo me mantengo en
mis trece. Porque quien la pronuncia está manifestando que nunca habrá
nadie capaz de disuadirle de lo que
piensa o dice creer. Semejante obstinación acaba haciendo daño a quien la
padece. De hecho, la terquedad debe desaparecer en cuanto haya razones
convincentes.
Por
ejemplo: fechas atrás, dado que yo soy asiduo
lector de Alfredo Relaño -director
del diario AS- desde que escribía en El
País de Andalucía, en la sección de política, le he leído al maestro lo
siguiente: “El fútbol es manto que amortigua todo lo demás. A muchos les parece
tonto, pero a mí me gusta salvo cuando acarrea insultos”. El párrafo está
espigado de un artículo cuyo título reza así: Esa imagen de Carmena y Ramos.
Inmediatamente,
como no podía ser de otra manera, me alegré muchísimo de que tan insigne
escritor, periodista y contertulio de lujo en radio, televisión y centros
culturales de reconocido prestigio, hubiera detestado el insulto en ese
recuadro de opinión tan acreditado y del cual dispone en el periódico dirigido por él.
Y fue
entonces, en ese preciso momento, cuando comprendí que AR se había desprendido, al fin, de esa molesta testarudez que le tuvo mucho
tiempo poniendo a José Mourinho como
chupa de dómine. Vamos, como un trapo. En versión andaluza. Hasta el punto de que estuve tentado,
entonces, de dirigirme al director del
diario As para decirle que, de seguir en esa línea, bien podría ser calificado
de insultón.
He aquí lo que decía el director del diario
As, en mayo de 2013,
del entrenador portugués: “Mourinho es
un borde que no ha ganado tantas cosas como para que se le perdone serlo. Por
eso hay tanta gente harta de él”. O esta otra: “Mourinho desoye el ruego de Florentino,
un pobre hombre”, mientras sigue
llamándole borde y lo compara con “una llaga en carne viva que huele mal y
escuece”.
Borde.
Como bien sabe mi admirado Alfredo
Relaño, por haber vivido en Andalucía y por su vasta cultura, es palabra
medieval, y figura en la crónica del Reinado de don Pedro I, escrita por el canciller don Pedro López de Ayala. “A sodes vos, borde”, dijo el rey don Pedro a su hermano bastardo: Estas palabras
fueron las últimas que pronunció don
Pedro, ya que el bastardo don Enrique
de Trastámara, que iba a
parlamentar, se arrojó sobre él a traición, mientras que por detrás le sujetaba
el mercenario francés Beltrán du
Guesclin, jefe de las Grandes Bandas. Así, pues, borde significa bastardo.
En
Andalucía se conserva, pero se ha olvidado su significado prístino,
y así borde se entiende en Sevilla como individuo indeseable, malintencionado,
insolente. En Córdoba se dice al que es un atravesado, o de intenciones torcidas. En Málaga se dice borde al
que es traicionero o tiene tripas por estrenar.
Resumiendo:
me alegro de que mi admirado Relaño haya rectificado a tiempo. Pues de haberse mantenido en sus trece, no me cabe la menor duda de que, más pronto que tarde,
su prestigio profesional, ganado en buena lid, se habría ido desparramando por
la ladera de la más absoluta obstinación. Terquedad que suele causar
gastroenteritis. Molestias que, además de darle cabida al malhumor persistente, impiden alternar en restaurantes de muchas estrellas.
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