Cumplirá
muy pronto dos años como secretario general
del PSOE de Ceuta. De MHP supe en su
momento que era doctor en Economía por la Universidad de Granada, que estaba
casado y que era padre de dos hijos. Que se pirraba por el fútbol y, por si
fuera poco, que era del Madrid. O sea, merengue fetén.
Luego
me habló de él alguien que decía conocerlo muy bien. Y le
hizo una etopeya estupenda. Magnífica. Pues a pesar de ello, y no me pregunten
el porqué, a mí no se me ocurrió decir ni pío de Hernández Peinado. Ni como
secretario general ni tampoco como diputado en la Asamblea.
En
ocasiones, yo me he cruzado por la calle con Manuel Hernández y nos hemos dicho adiós y pare usted de contar. Jamás me dio, cosa
rara en mí, por preguntarle tres o cuatro cosas
para que entrara a formar parte de los personajes de mis comentarios políticos.
Y ahora me encuentro con que MHP,
tras jugarse su futuro político, apostando por Pedro Sánchez, ha resultado ganador.
Y lo primero
que he pensado es que hay que tener mucho valor para arriesgar de esa manera,
sabiendo lo que le esperaba si la ganadora hubiera sido Susana Díaz. Lo que le esperaba al actual secretario general era coger sus bártulos de su despacho en la
sede de la calle de Daoíz y salir pitando cuanto antes y a ser posible sin
tener que soportar la sonrisa sardónica de Sandra
López. Que a buen seguro hubiera estado encantada de presenciar la escena.
Sandra López, sin embargo, no cayó en la cuenta de que
sus relaciones políticas con Antonio
Miguel Carmona, para acceder a la Secretaría General del PSOE de Ceuta,
estaban condenadas al fracaso. Por una razón muy sencilla: Antonio Miguel ha ganado fama de gafe. Porque todo lo que toca se convierte en
derrota.
Sandra López, tras lo ocurrido, no da muestra alguna de querer hacer
lo que habría hecho, en su caso, Manuel
Hernández Peinado: dejar la política activa por jugar a ‘caballo’ ganador
(?) con el fin de saciar sus aspiraciones de poder. Ahora, en cambio, y por más
que el secretario general sea una persona muy centrada y, según tengo entendido,
nada rencorosa, ella debe estar
deshaciéndose en suspiros.
Y me
explico: “El arte de la política exige siempre, de un modo u otro, la necesidad
de matar. En la modernidad democrática esa liquidación del adversario revestido
de civilizado ropaje del ostracismo, la expresión o condena. Un político no alcanza la autoridad hasta que
no ejercita su autoridad destructora. Necesita inspirar respeto, o al menos
miedo, si es posible”.
Sandra López está, pues, a merced del secretario general. Al
cual se le ha presentado la oportunidad de ponerla en su sitio. Malo será que le
tiemble el pulso. Porque, de repetirse otra jugada por el estilo, la culpa no
sería de ella, sino de él. En fin, lo
mejor del asunto es reconocer los muchos... redaños que le ha echado el secretario general
del PSOE de Ceuta, jugándose sus
aspiraciones políticas a un ‘caballo’ que arrancaba en el hipódromo de las
urnas con la etiqueta de perdedor.
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