Me
levanto con la ilusión de disfrutar en mi caminata habitual y me encuentro con
un clima generoso y capaz de estimularme tanto como lo hizo la victoria del
Madrid en Balaídos. Así que cruzo la ciudad todo telendo. Con ese
garbo que produce el entusiasmo por vivir lo que a uno le hace tilín.
Y es
que los madridistas estamos esperanzados en que nuestro equipo vuelva a ganar
la Liga después de mucho tiempo. Ya que la última lograda fue en la temporada 2011-2012, siendo la
primera de los cien goles y teniendo al Barcelona de Pep Guardiola como un rival
que parecía invencible. Pero aquel obstáculo lo salvó José Mourinho. A quien se le sigue maltratando por sistema en
España.
El
Madrid ganó de manera contundente al Celta. Y hasta hubo momentos en los cuales dio
muestras de poderío. Aunque sería
absurdo no denunciar que estuvo a merced del equipo celeste durante muchos
minutos. Algo que sucedió a raíz de
marcar Cristiano Ronaldo el primer
gol. Tras llegarle el balón rechazado
por un defensa celtiña. El zurdazo de CR fue descomunal.
Eso sí,
repleto el medio campo de jugadores vigueses, y estando los madridistas en
inferioridad numérica en esa zona y además mal situados, los futbolistas locales comenzaron a poner cerco a la portería
de Keylor Navas. Y a punto estuvieron de sacarle rédito a su
dominio. Dado que no se trata de analizar concienzudamente lo ocurrido, me van
a permitir el apunte conciso: mientras Casemiro
carecía de referencia en el marcaje y trataba de ejercer como escudo de sus
centrales, Isco se perdía en tierra
de nadie.
Precisamente,
uno de los comentaristas, creo que fue Maldini,
se atrevió a decir que Isco no
estaba jugando bien. A pesar de que el citado
Maldini forma parte de ese grupo de
glosadores a los que el jugador nacido en Arroyo de la Miel tiene pasmados,
admirados, rendidos a sus pies. En esta ocasión, lo mejor que hizo Isco fue darle el pase a Cristiano en el segundo gol. Cierto es
que, a renglón seguido, perdió un balón -en zona sumamente peligrosa- y éste acabó dentro de la portería de Navas.
De
haber cometido Danilo semejante
pifia, por ejemplo (a propósito: Danilo
viene rindiendo a plena satisfacción), no tengan la menor duda de que habría
sido sambenitado. Y es que no me cansaré de repetir que el chovinismo del
periodismo –futbolístico- ha llegado a unos términos que bordean la ridiculez y
por supuesto la parcialidad más absoluta e injusta.
Por lo
que tiempo habrá de comentar el caso de James.
Un extraordinario jugador que se verá obligado a marcharse. Y todo por culpa
del fervor exagerado que tienen los plumillas por los futbolistas de la patria
propia acompañado de desprecio por los extranjeros. En el caso del colombiano,
parece ser que por disputarle el puesto al hombre más ensalzado actualmente: Isco. A veces tengo la
impresión de que el malagueño es considerado especie protegida.
Y tal
vez sea así, porque están convencidos los exquisitos del deporte rey de que el
barroquismo es necesario en el fútbol. Esto es, hacer con el balón cosas
complicadas, retorcidas y con adornos superfluos. Conque más pronto que tarde el fútbol se
convertirá en un arte refinado, muy cargado de fantasía y algo rebuscado. Todo un amaneramiento artístico. Llegado ese
momento, créanme, muchos futbolistas se pondrán a bailar el
minué. Y, sin duda alguna, harán las delicias de los aficionados más sensibles.
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