Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

sábado, 27 de mayo de 2017

La Feria del Libro de Ceuta


Nada más anunciarse su comienzo, me doy cuenta de que estoy a punto de vivir un nuevo verano y asimismo que las tardes de lectura ya no serán iguales. Puesto que el calor me causará amodorramiento y el esfuerzo que exige el leer será doble.

Pero uno, vicioso empedernido de los libros, soportará la somnolencia con un ejemplar entre las manos y perdiendo la noción del tiempo a cada paso con las cabezadas de rigor. Son momentos de lucha contra ese sueño breve e irritante, porque nos está privando de un placer que solo entienden quienes han hecho de la lectura un hábito indispensable, salvo fuerzas mayores.

Al hábito de algo se llega por medio de la reiteración y el de la lectura fue una tendencia que me inculcó, con machaconería, un bibliotecario en tiempos de posguerra y a quien nunca he dejado de agradecerle el favor que me hizo. Era un hombre que no soportaba la época que le había tocado vivir y que disfrutaba encerrado muchas horas entre las paredes frías de una sala destartalada y en las que él guardaba libros que nadie leía.

Muchos dicen que la lectura debe ser un acto placentero y nunca sometido a la dictadura del esfuerzo que produce querer estudiar todo cuanto cae en las manos de cuantos somos adictos a las palabras escritas. Sin embargo, nada tan grato hay, al menos para mí, como leer minuciosamente y demorarse en las páginas hasta decir basta ya.

Lo peor que tiene la lectura de libros, amén de que a ciertas edades supone acelerar más el quebrantamiento de la vista, es que uno acaba queriendo escribir literatura. Y esas son palabras mayores. Aunque  tampoco conviene martirizarse por semejante deseo. Todo lo malo de esta vida tendría que estar resumido en ese querer ser escritor reconocido, aunque no se tengan ni las cualidades ni la imaginación para serlo.

Cuentan que las personas enamoradas de un libro son como los enamorados de su mujer: no descansan hasta haberlo o haberla presentado a sus amistades para que lo admiren o la admiren. Así se vuelven pesadas y a menudo lo pierden o la pierden. De ahí que prestar un libro sea para mí algo que no entra en mis planes.

Otra cosa es comprarlo y regalarlo. Tarea que acometeré, nuevamente, en esta Feria del Libro de Ceuta. Y, como siempre, aprovecho la ocasión para decir que en estos momentos estoy volviendo a leer por tercera vez a un escritor de los considerados malditos. Se trata de Louis-Ferdinand Céline, sobrenombre del francés Louis Ferdinand Auguste Destouches. De cuya obra destaco Viaje al final de la noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.