Yo
nunca he estado ni siquiera tentado de jugar al ajedrez. Y no será por falta de
oportunidades. Lo cual no quiere decir
que a mí no me chiflen los juegos. Lo que sí sé es que éstos tienen la mala costumbre de parecerse a la
vida: en el tablero, en el césped o en la cancha de baloncesto sale a relucir
siempre lo mejor y lo peor nuestro. Verdad que no necesita demostración.
En los juegos
vemos a personas felices, previsibles, melancólicas, tramposas, honorables o
inseguras. La condición humana. Se torea como se es, decía el maestro Antonio Bienvenida. Se me olvidaba
decir que la política es un juego. Ahora bien: los hombres aman el juego y
saben jugar mejor que las mujeres. Por consiguiente, los hombres hacen más
política que las mujeres. Si bien, como no podía ser de otra manera, ante la
consiguiente y necesaria liberación de la mujer que se ha ido produciendo, las
diferencias se han reducido muchísimo.
Válgame
el largo introito para decirles que ayer, charlando con dos conocidos, que son unos
apasionados ajedrecistas, sacaron a relucir una palabra muy rara que a mí me
sonó a chino y que hube de escribir en un papel, cosa rara en mí, para poder
hablarles de ella. Menudo palabro: Zwgzwang.
Y también quise informarme sobre su significado. Y, claro, mis conocidos ajedrecistas
estuvieron encantados de ilustrarme al respecto.
Zwgzwang es una palabra alemana que define una
situación en la que cualquier movimiento es malo. No te puedes mover. Porque la
situación te obliga a depender de una cosa o la contraria. De ahí que los
ajedrecistas saben que cuando llega el Zwgzwang al tablero han de esperar lo
peor.
-¿Por
qué se llega a esa situación, es decir, al Zwgzwang
–pregunté yo.
-Se
llega al Zwgzwang por tres razones:
por impericia, porque vas sobrado o porque juegas como un mentiroso -me contestaron mis conocidos.
De
pronto se me vino a la memoria el problema existente en la frontera con Marruecos. Y dije para mí: la difícil situación por la que está
pasando tal vez se deba a un Zwgzwang. Por
una parte está la seguridad y por otra la necesidad de habilitar medidas para que el intercambio comercial transcurra en las mejores condiciones. Con el fin de que genere empleos a ambos lados de la frontera. Pues bien, a ver qué parte es la primera que es capaz de actuar sin miedo y con acierto.
Frase
En política, lo verdaderamente importante cabe en la punta de una servilleta (Iñaki Anasagasti).
Frase
En política, lo verdaderamente importante cabe en la punta de una servilleta (Iñaki Anasagasti).
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