El Tarajal nos preocupa, no quiero que
piensen ustedes que no estamos
preocupados, nos preocupa y mucho, aseguró el miércoles pasado el Secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, en el lugar que le
correspondía decirlo. Y a mí, que no me gusta partirme de ligero, se me ha
ocurrido contestarle –ahora- lo siguiente:
A los políticos no se les paga única y exclusivamente para que se conduelan de
lo mal hecho sino para que acierten en el tratamiento de ese mal.
El Secretario de Estado de Seguridad no dudó en decirnos, también,
que todos los incidentes que se han ido
produciendo han sido al otro lado de nuestra frontera. Declaraciones que no ayudarán a mantener las buenas relaciones
entre ambos países y mucho menos en el caso que nos ocupa. Puesto que las
porteadoras mantienen a sus familias trabajando duramente y en condiciones
denigrantes. Debido a que no les queda otro remedio para poder subsistir.
Las
porteadoras carecen de trabajo en su país.
Y, de no acceder al que vienen desempeñando entre Ceuta y Marruecos,
seguramente habría manifestaciones y algaradas en sus lugares de nacimiento o
residencia. Pues el llanto del hambre es
un sollozo constante y lánguido que te deja devastado. Es un gimoteo suplicante
que taladra la conciencia. El llanto final de un niño que ha tenido la mala
suerte de nacer en la casa menos indicada.
Los
empresarios de Ceuta, los de verdad, los que cumplen con todos los requisitos
para comerciar legalmente en el Tarajal II, dicen estar dispuestos a mejorar
las condiciones de las porteadoras en lo que pueda corresponderles. Porque son
conscientes, al margen de los sentimientos, de que hay asociaciones que se aprovechan de las
circunstancias para tratar de darle matarile a un tráfico comercial que es
necesario a todas luces.
Lamentan los empresarios de verdad, como no podía ser de otra manera, que la Guardia
Civil sea puesta en la picota por personas desaprensivas. Cuando los guardias
civiles suelen cumplir su cometido con absoluta entrega y lealtad a la Institución que representan. Los
empresarios de Ceuta, los de verdad, desaprueban que no se persigan a los
falsos empresarios. A los que suelen poner el ‘bulto’ en Marruecos por medio de una
agencia y eluden todos los derechos tributarios.
Se
quejan los empresarios de verdad, asimismo, de que los tiques se vendan. Y,
naturalmente, están convencidos de que si se siguen poniendo pegas a los coches
particulares que cruzan la frontera con
mercancías, más pronto que tarde el negocio se irá diluyendo como un azucarillo
en el agua. Y, por consiguiente, se ven
obligados a gritar a voz en cuello su deseo de que delegado del Gobierno y el presidente de la Ciudad aúnen voluntades y
aciertos para impedir que el Tarajal continúe deslizándose por la ladera de los
despropósitos.
Frase
La Coalición Caballas está convencida de que ponerse de parte de los empresarios de verdad es tarea imprescindible.
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