El Atlético de Madrid es un equipo grande que juega
como uno pequeño, dijo José Luis Mendilibar, entrenador de la S D Eibar, antes de rendir visita al Estadio Vicente Calderón. Y argumentó
bien su opinión. Aun así, las palabras
del técnico armero, tal vez por ser malinterpretadas, fueron criticadas
injustamente.
Así que
he tirado de la hemeroteca digital para recordar lo que servidor escribió el 14
de abril de 2016, bajo el título de Apuntes del Atlético de Madrid-Barcelona. El equipo rojiblanco no hace sino jugar a lo
que quiere su entrenador y, por tanto, se implica con armas de equipo pequeño,
aun siendo grande. Y, lógicamente, las fui enumerando. Y llegué a la siguiente
conclusión: la suerte de El Cholo Simeone
es que cuenta con una afición que, en los momentos complicados, acepta esa
forma de actuar de su equipo.
Para
muestra un botón: el sábado, tras el varapalo recibido tres días antes en el
Bernabéu, y sufriendo de lo lindo ante la S
D Eibar, la afición rojiblanca no cesó de animar a los suyos. Lo cual es
digno de encomio. Así que no me cabe la menor duda de que el miércoles, los
aficionados del atlético, que tienen la fe del carbonero, harán todo lo posible
por desestabilizar a los jugadores del Madrid.
Recién
terminado el partido Granada-Madrid
me llamó un amigo, como es costumbre en él, que compartió conmigo, como segundo
entrenador, muchas horas de banquillo, para preguntarme sobre la comparación hecha por Julio Maldonado, más conocido por Maldini -comentarista de la plataforma de televisión de pago
Movistar+-, entre el juego que estaba desarrollando el Madrid en los Cármenes
con el mostrado en Riazor, semanas
antes. Con el único fin de poner a Isco
en los cuernos de la luna. Y, al mismo tiempo, desmerecer las actuaciones de
quienes estaban jugando un partido extraordinario y que además se reflejaba en
el marcador.
Le
contesté -a mi amigo- lo pensado en su momento y que aún mantengo: Maldini se ha ganado esta noche, con su comentario partidista, el
derecho a que le diga que se ha comportado como un tonto con balcón a la calle. A qué venía decir que en Riazor todo
fue mejor porque Isco se asociaba con todos sus compañeros.
Semejante obsesión con el jugador malagueño, créanme, no le beneficia ni a éste ni al Madrid ni a
los profesionales de los medios que se han empecinado en contarnos el cuento
del alfajor cuando no toca. Mientras que a otros se les escatiman los
ditirambos por sistema.
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