Zinedine Zidane
Pocas
veces se ha distinguido por hacer uso de los cambios acertadamente. También
viene dando muestras evidentes de proteger a Karim Benzema contra viento y marea. A pesar de que éste lleva ya
mucho tiempo sin rendir como exige su categoría. Sin embargo, nadie puede
negarle a ZZ que actúa con una irritante pasividad flemática en
todas y cada una de sus declaraciones. Cualidad que le viene al Madrid como anillo al dedo. A su favor, asimismo, hay que anotarle lo bien que está gestionando el hacer de Cristiano Ronaldo. Puesto que, a la chita callando, nos permite apreciar que
una posible marcha del portugués, llegado su momento, no sería ninguna tragedia para el club.
Isco Alarcón
Un Madrid-Atlético y viceversa es el derbi
por excelencia de todos los derbis que puedan jugarse en el mundo. Y mucho más si los partidos pertenecen a una semifinal de la Champions
League. Por consiguiente, no acabo de entender cómo es posible que, desde hace
tres días, nada más que se hable y se escriba, por parte de todos los medios de
la capital del reino, de Isco Alarcón.
Lo han convertido en la máxima atracción del enfrentamiento. Lo han reclamado en encuestas; han asaetado a
preguntas a sus compañeros, quienes se
han visto obligados a ponerle en los cuernos de la luna; y lo han halagado
hasta la náusea. En fin, lo han sentado
al borde del mundo, lugar propicio para precipitarse al vacío. Ojalá que al mal
bajío no le dé por acudir al Bernabéu.
Cuantos
más ditirambos reciba el anárquico lateral brasileño, más vulnerable será y, por tanto, seguirá
cometiendo errores de bulto a la hora de defender. El problema de Marcelo no es que se sume al ataque. Lo grave sería que no lo hiciera. El problema
es que lo lleva a cabo por sistema y en bastantes ocasiones situándose como un
extremo más, aun estando el balón por detrás de él y en otra zona del terreno
de juego. Marcelo, aunque no lo quieran ver sus aduladores, somete al volante de su lado a un trabajo de
gregario permanente. Lo cual no beneficia a ninguno de ellos. Llámese Kroos, Modric, Kovacic o el
lucero del alba. Yo recuerdo, y lo he dicho ya en varias ocasiones, cómo Juande Ramos lo situó de volante en un costado, con espacio
suficiente para atacar y, naturalmente, para ayudar a su lateral. Misión
concreta, y acertada, que le permitió crecer como jugador y rendir plenamente.
Ambos
equipos se conocen tan bien, tan sumamente bien como para tener asumido que
han de salir al césped sin estar apuraditos. “Apuradito” es un vocablo que, en
los países sudamericanos encierra unos significados inequívocos: apremiado,
nervioso, crispado, encogido, medroso... Jorge Urquía, hondureño y jugador
extraordinario que yo tuve a mis órdenes en el Mallorca, solía decir antes de salir al terreno de
juego: “No podemos manejarnos apuradito”. Con esa palabra definía perfectamente
de qué manera había que comportarse desde el comienzo del partido. Pues cualquier desliz puede dar al traste con las ilusiones de uno de los
contendientes. Por más que haya un segundo partido para poder enmendar yerros.
Ni que decir tiene que los centrales del Madrid tendrán que estar con los cinco
sentidos puestos en la faena. Sobre todo si
Griezmann es acompañado por Gameiro. Cuya velocidad, cuando estaba en el Sevilla, siempre ha inquietado al Madrid.
Frase
"La originalidad no debe ser nunca un propósito".
Frase
"La originalidad no debe ser nunca un propósito".
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