Yo no
recuerdo haber hablado nunca con Nuria
Miaja. Aunque mentiría si no dijera que a veces me han contado, por ser una mujer que lleva mucho
tiempo participando en la política activa, algunas cuestiones relacionadas con su forma
de actuar. Pero fueron tan carentes de interés, créanme, que no las consideré siquiera merecedoras de unas líneas. Y si lo
hago ahora es obligado por el enfrentamiento que ha tenido la diputada
socialista con el consejero de Medio Ambiente y portavoz del PP, Emilio Carreira, en el pleno de hoy.
La
diputada socialista, cuando defendía la necesidad de poner pies en pared con
los excrementos de los perros no recogidos por la negligencia incívica de los
propietarios -de lo que el consejero es
consciente y me consta que trata por todos los medios de atajarlo-, deslizó una
frase en la discusión que no venía a cuento. Frase hiriente y desafortunada, a sabiendas de que iba a hacer mella en su oponente.
En
puridad, yo creo que Nuria Miaja llegó al pleno con la intención de aprovecharse del menor
motivo para decirle lo que le dijo a Emilio
Carreira: “A usted le importa muy poco si se pone fin a los excrementos en
Ceuta, porque a diferencia de los 25 diputados usted no vive en Ceuta”. Acusación tan absurda como improcedente. Tal vez porque Nuria Miaja decidió hablar por
boca de ganso. Así que sus palabras salieron tan atropelladas como preñadas
de mal gusto.
El mal
gusto es algo que siempre se les ha achacado más a los hombres. Pero dado que las
mujeres han ido ocupando cada vez más sitios importantes, por ser merecedoras
de ellos, también tienen todo el derecho del mundo a pasarse de la raya. A meterse en camisa de once varas. Que es lo que ha hecho NM: Meter la pata
hasta el corvejón. Al enterarnos a todos de que Emilio Carreira acude algunos
viernes, o todos los viernes, o cuando proceda, a ver a su pareja e hijos que
viven en Málaga. Lo grave sería que no fuera y los tuviera abandonados.
Nuria
Miaja sabía que sus palabras contra Carreira serían respondidas
con acritud por parte de éste. Faltaría más. Y no debió provocarlo. Y, a
renglón seguido, se hizo la doliente. La ofendida. Cuando su adversario
político le respondió que era una sin vergüenza. Al menos es lo que yo le oí
decir al diputado. Repito: sin
vergüenza. Que no debe confundirse con sinvergüenza. Accedan a comprobarlo, si a bien lo tienen, en
el sitio que corresponde.
Pues
bien, por tal motivo, el Partido Socialista Obrero de Ceuta decidió abandonar la sesión plenaria y amenaza con tomar otras medidas si Emilio
Carreira no se retracta de lo dicho. Muy bien. Tan bien como decirles a los
compañeros de Nuria Miaja que darle
la razón a una mujer cuando no la tiene es también pecar de machismo. O sea.
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