Farmacéutico distinguido y ser delegado del Gobierno es difícil

Antonio José Ruiz

El día 30, es decir, el jueves pasado, don Antonio José Ruiz, a quien he tratado lo justo pero lo tengo en la mayor consideración, fue premiado con el Escudo de Oro del Colegio de Farmacéuticos de Ceuta, del cual ha sido presidente durante tres décadas. Escudo que le fue impuesto por el Presidente del Consejo General de Colegios Farmacéuticos de España.

Al acto asistieron las autoridades y el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, dijo del galardonado lo siguiente: Antonio es un ejemplo de cariño a su tierra; una Ceuta que le acogió hace décadas. Recién llegado él desde su Granada natal. Antonio es un ceutí de categoría.

De don Antonio escribí yo en su momento, debido a que a veces coincidíamos tomando el aperitivo, y él no se cortaba lo más mínimo en decirme que le gustaba sobremanera cuando yo intercalaba en mis artículos algunas locuciones o frases hechas andaluzas.

Hace ya mucho tiempo que yo no coincido con él. Y  lo echo de menos. Porque los boticarios son gente culta, y lo demuestran hasta en el modo de nombrarse como gremio (Antonio Burgos). Y en vista de que a usted, don Antonio, le gustan las locuciones andaluzas, he aquí una de ellas: Tengo la impresión de que es usted más bueno que el pan de rosca (Granada).

Nicolás Fernández Cucurull

Hace ya muchos años que yo no cruzo palabra alguna con quien lleva ya 21 meses como delegado del Gobierno de una Ceuta pequeña pero con problemas de urbe grande. De la forma de ser de NFC opiné yo en su momento. Así que poco o nada puedo decir más de él. Lo que sí diré, una vez más, que no es fácil desempeñar el cargo que ocupa.

Lo sé desde el día en el cual Antonio Fernández Marín, subdelegado del Gobierno en esta tierra, se expresó así a una pregunta que le hizo Paco Amores: “Mire usted, Amores, aquí llegan los interesados en que nada se innove y que se haga sólo su santa voluntad, procurando convencer con sutilezas y por medio de la influencia de ciertas amistades. Y si no lo consiguen se emplean con acciones directas y tratando siempre de imponer sus leyes".

"Aquí se actúa con la palmada en la espalda, el tuteo indiscriminado y exigiendo que los despachos estén abiertos a todas las horas y para todas las personas que se creen relevantes. Lo que yo suelo llamar la práctica del chalaneo interminable. Prima la gestión informal; en definitiva, una especie de Administración oral. Si se combate la costumbre…, surgen los roces".

Conviene recordar, por si alguien lo ha olvidado, que el delegado del Gobierno es un personaje institucional. Es el representante del Gobierno de la nación y en términos jerárquico está sólo un peldaño por debajo de los presidentes de comunidades autónomas. Quiere decir que no sólo están  para cumplir y hacer cumplir las leyes, sino que deben ser ejemplos de probidad y espejo de virtudes en los que se puedan mirar los ciudadanos.

Los delegados del Gobierno de esta ciudad, vaya usted a saber si es por lo que denunció en su momento el último subdelegado, Antonio Fernández Marín, han padecido críticas acerbas cuando decidieron no revestirse de la humildad deseada por algunos. Inmediatamente, claro está,  fueron tachados de arrogantes por carecer de hipocresía. Y hasta fueron motejados de virreyes.