Los
mejores entrenadores son quienes conocen
las cualidades de sus futbolistas y aciertan al encomendarles misiones concretas, adecuadas a sus aptitudes. De modo
que prevalezcan sus atributos por encima de sus defectos. Formar un conjunto, en
el cual exista un equilibrio entre líneas, es tarea laboriosa y nunca fácil.
Es
fundamental distribuir a los jugadores racionalmente. Así que me parece una mala decisión la que viene tomando Luis Enrique, cada dos por tres, al jugar con dos centrales zurdos: Umtiti y Mathieu. Lo cual podría
tolerarse en equipos modestos, debido a la escasez de medios y por tanto con
plantillas reducidas. Mas nunca en uno de los equipos más grandes del mundo.
El Madrid tendría ya que haber contratado los servicios de un zaguero que maneje
la pierna izquierda. Demarcación que
viene ocupando Sergio Ramos. Y en la que éste no puede impedir que se le vean todas sus debilidades. No pocas y criticadas por quien
escribe. A favor del hombre nacido en
Camas, debo decir que nunca ha puesto el
grito en el cielo por actuar en una posición tan incómoda para su cintura siniestra. Sus giros por ese costado le hacen cometer errores de
parvulario futbolístico.
Una vez
situados los futbolistas en sus rincones de seguridad, todos ellos han de saber
que pueden improvisar para bien, sobre todo los delanteros; pero, de no ser
así, han de someterse a los planes establecidos por el entrenador. Quien tiene, sin duda alguna, todo el poder
para decidir cómo se tiene que defender cuando el rival está en posesión del balón.
¡Ah!, los jugadores locales habrán de estar muy atentos a las evoluciones de Arturo Vidal.
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