Del
acceso a viviendas de protección oficial, quien escribe ha tenido siempre la
sospecha, desde hace treinta años, más o menos, de que las entregas no se
hacían acordes a las necesidades para las cuales se habían creado. No hace
falta que vuelva a ilustrar mi recelo con ejemplo al canto.
Por
consiguiente, el llamado Caso Emvicesa
no me ha sorprendido. Lo que sí me ha causado sorpresa es la forma tan burda
como ha salido a la palestra. Lo cual
viene a demostrar que la venganza suele ser el mejor detonante para que nos
enteremos de cualquier tipo de corrupción.
Lo cual no es nada nuevo bajo el sol.
El Caso Emvicesa, además, me ha hecho recordar
tiempos en los que nuestros padres debían andarse con sumo cuidado a la hora de
manifestarse en el patio de vecinos, porque algunos de ellos estaban conectados
con las autoridades en la misma medida que en estos momentos pueden estarlos nuestros
teléfonos.
A partir
de ahora, y aunque suelo pecar venialmente, yo trataré por todos los medios de
hablar por teléfono mediante
monosílabos. Por más que mis conversaciones estén basadas casi siempre en las
salidas de tono del futbolista Gerard
Pique. Y es que uno, aunque suene a
pedantería, sabe perfectamente que si
tiene algún valor es por lo que calla.
Ahora
bien, el Caso Emvicesa ha demostrado
que, siendo Juan Vivas un gran
político -lo cual no es óbice para que
yo le reconozca que es mejor cuando actúa de malo que de bueno-, en esta
ocasión no ha estado a la altura de las circunstancias. Por haber permitido que el asunto se le fuera de las manos en su
día. Por lo que ahora está pasando el quinario. Conque es normal que a veces
hasta se vea asediado por la angustia.
Aun
así, cabe decir lo siguiente en su descargo: Los políticos tienen que vivir
entre la mierda, pero no enfangarse con ella (Adolfo Suárez). Y nuestro alcalde cumple ese requisito. Y, puestos a
citar, qué mejor que traer a colación en estos momentos una de las que se le
atribuyen a Tierno Galván. El
poder es como un explosivo: O se maneja con cuidado, o estalla.
A
propósito: aciertan quienes dicen que hay una campaña dirigida
para erosionar la imagen de Juan Vivas.
Lo cual no debe extrañar a nadie. Puesto que lleva 16 años en el cargo. Años
más que suficientes para terminar aborreciendo aun el jamón serrano. Es
decir, que el poder desgasta. Pero más desgasta al que no lo tiene. Y yo creo
que Juan Vivas, si decide presentarse
como candidato en las próximas elecciones, volverá a ganar en las urnas.
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