Arturo Vidal y su mirada feroz
El
fútbol alemán ha forjado su leyenda en razón a que sus jugadores nunca dan un
partido por perdido. Espíritu que ha venido imperando en la selección alemana y
que ha contribuido asimismo a engrandecer al Bayern de Múnich: El equipo más
laureado del país. Por tanto, cuando se
juega frente a un equipo germano hay que tener siempre presente el tesón de
unos jugadores capaces de recuperar el segundo aliento y cambiar el resultado
de un partido en un abrir y cerrar de ojos. Arturo
Vidal suele jugar cada partido como
si fuera el último que va a disputar en su vida. Así que parece más alemán que
chileno. AV está siempre sobreexcitado. Además tiene una
mirada feroz. La que tanto dio que hablar en la época victoriana. Su expulsión ayer, en el Bernabéu, le vino al
Madrid como el aceite a las espinacas.
Medio volante ofensivo.
También llamado media punta. Los hay convencidos de que en esa posición
puede jugar cualquiera sin conocimientos de la demarcación, sin condición física o sin
capacidad de sacrificio a la hora de ayudar a sus compañeros de línea. Cierto es que tales jugadores han de ser
capaces de dar el último pase a sus delanteros, tirar a gol desde la media
distancia y hasta atreverse con su buen manejo de balón a sortear contrarios
para derribar muros defensivos. Todo lo cual no es suficiente para llegar a ser
un auténtico especialista en ese espacio. Necesitan, además, evitar que el
medio centro rival, llámese Busquets, N´Zonzi
o Xabi Alonso, juegue a su libre albedrío. Y aún más: deben asimismo,
sin perder de vista a los futbolistas citados, acudir en ayuda de sus
compañeros de línea. Isco, que tiene muchas cualidades para
enlazar con sus delanteros, carece de
todo lo demás. Por ello no dio la talla ayer.
Marco Asensio
A mí me
recuerda el jugador mallorquín,
cambiando lo que ha de cambiarse, a Bartolí y Bonet; dos paisanos suyos a los que yo tuve la suerte de entrenar
en los setenta del siglo pasado. Las diferencias existentes se basan en la constitución física.
Los futbolistas citados no eran, ni mucho menos, tan atléticos como lo es el
jugador madridista. Bartolí era veloz y en carrera era capaz de cambiar de
ritmo y desorientar a sus rivales con una facilidad pasmosa. Gran regateador. Podía jugar en
cualquier demarcación. Su pierna izquierda era letal. Le perdía su abulia en ocasiones. En cuanto a Bonet, debo decir que deslumbró el día en el cual le hice
debutar frente al Sabadell, habiendo
jugado hasta entonces nada más que en el patio del colegio de los Salesianos. Bonet sería luego futbolista
distinguido en Primera División y un gran secretario técnico, tanto en el fútbol español como en el italiano. Ver jugar a Marco Asensio es una
gozada. ¡Qué gran talento para que cuiden su carrera en todos los aspectos!
Ojalá que pueda asimilar el éxito con la humildad de los elegidos.
La
clasificación del Atlético de Madrid para jugar las semifinales de la Champions
League, una vez más, no deja de ser una gesta que tiene en El Cholo Simeone su
artífice. Puesto que no cabe la menor duda de que el técnico argentino ha
conseguido aunar la voluntad de todos sus jugadores al servicio de unas ideas:
las suyas. Son ideas claras y concisas: En los partidos hay que presentarse con
enorme sentido táctico, voluntad a raudales, disciplina espartana, obediencia a
quien dirige, y la consiguiente ración de inteligencia. Una mezcla a la que ha
de acompañar el azar en momentos en los que, por ejemplo, entre ataque y
defensa, suceden desvaríos tan inoportunos como habituales en todos los
juegos. Es entonces, cuando ha de
imponerse el temple del entrenador. Que no deja de ser la calma. La que además
debe ir acompañada del conocimiento para saber por qué se pierde, se gana o se
empata. El Cholo lleva ya varias
temporadas dando muestras visibles de ser un extraordinario entrenador.
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