Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 27 de marzo de 2017

La política como arte

Yo no creo que haya todavía personas convencidas de que la política, por mucho que Marx lo pretendiera, sea una ciencia. La política, como bien decía un socialista muy reputado en los ochenta, más bien se acerca a lo que anteriormente Maquiavelo describiera como un arte: arte más o menos marrullero, pero evidentemente sin escrúpulos de conseguir primero y mantenerse después en el poder.

Lo cierto es que la política como manipulación -como arte de engañar, seducir, maniobrar y, en definitiva, imponerse- es de vital importancia para quienes quieran acceder al poder. De ahí que los políticos, en principio, sean conscientes de que al pueblo hay que ofrecerle el paraíso, a pesar de la escasa leyenda que tenemos de ese lugar.

Para que un político gane unas elecciones es esencial que salga a la calle acompañado de un buen equipo; ahora bien, si el candidato carece de tirón y arrastre, no gana aunque peregrine vestido de torero a Santiago de Compostela. Yo no discuto que Juan Vivas haya sabido a veces rodearse de personas valiosas que le ayudaron a obtener tantos éxitos. Pero sin él al frente de la comitiva todo habría quedado en vueltas al ruedo o división de opiniones. 

Cuando un político se eterniza en un cargo democratico es prueba evidente de que tiene una identidad propia y de que ha sabido desarrollar su imaginación y su espontaneidad. Y, desde luego, ha debido dar pruebas evidentes de no sentirse insensible a los problemas sociales de nuestro tiempo. A no ser que sea un pillo o un imbécil. 

También debe asumir las críticas con entereza. Por acerbas que éstas sean; pues muchas de ellas estarán motivadas por haber hecho uso y abuso del arte de la política. La que de un modo u otro exige a quien gobierna la necesidad de liquidar a adversarios revestido el sacrificio de civilizado ropaje del ostracismo o condena. Dado que un político no alcanza la autoridad hasta que no ejercita su autoridad destructora. Que es la mejor manera de inspirar respeto, o al menos miedo, si es posible. Algo que suele suceder también con los entrenadores de fútbol.

No obstante, y aunque parezca una contradicción según lo ya reseñado, nadie debería aspirar a ejercer una función dotada de poder cuando su deseo de venganza es mayor que el de reforma de lo que haya de reformarse. Y en ese aspecto, y en vista de que uno se puede permitir el lujo, por edad, de ir unas veces contraflecha y otras a favor, se pregunta sí después de Juan Vivas habrá alguien en su partido no sólo capaz de ganar las elecciones sino de saber que el rencor es tóxico y que por tanto mata mucho más pronto que el fumeque desmedido.

Frase

Uno se merece lo que tolera (Cita anónima)






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