Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 16 de marzo de 2017

Hablar de fútbol con aficionados



No es recomendable para quienes lo han practicado muchos años como profesional. Miento: no es recomendable hablar de fútbol con los aficionados si los no peritos en la materia están convencidos de estar en posesión de una sapiencia futbolística que no admite dudas y tratan de imponer sus opiniones como si fueran dogmas. En semejante momento, al experto lo que más le  conviene es cortar de raíz la conversación. Porque, de no hacerlo, se expone a pasar un mal rato.

Así me expreso entre varios conocidos mientras charlamos en La Trastienda –bar de la calle Jaudenes- sobre el deporte rey. Nadie dice ni pío. Pero pronto sale a relucir  lo mal que trasmiten los partidos en Antena 3 Televisión. De cómo grita y grita y no deja de gritar el narrador Antonio Esteva. ¿No se da cuenta ese muchacho que la televisión no tiene nada que ver con la radio? Durante el Leicester-Sevilla hubo momentos en los que daban ganas de mandar al tal Esteva allá donde el viento da la vuelta. Acuerdo total.

También sale a la palestra el nombre de Joaquín Caparrós. Otra vez enchufado en Antena 3 TV cual glosador, cuando hace nada y menos estaba dirigiendo a Osasuna. ¿Cómo es posible que un técnico que ha durado diez minutos en el equipo rojillo se atreva a presentarse en público para dar lecciones que no ha sabido impartir en El Sadar. Menos mal, quizá por estar aún acharado, que no dijo más que banalidades. El peso de los comentarios lo llevó Marcos López: experto en fútbol internacional. Sobrado de títulos pero que jamás le dio una patada a un balón.

A propósito, me dice uno de los participantes en la tertulia: ¿Me puedes explicar cómo es posible que de José Mourinho se dijera en su momento que el no haber jugado al fútbol lo limitaba ante los grandes jugadores del Madrid? Pregunta facilita y a la cual yo respondo de tal guisa.

Mourinho tuvo la suerte de ser traductor en el Barcelona y asistente de entrenadores. Empleo que le permitió conocer más que bien cómo se las gastaban los hombres fuertes del vestuario y sobre todo de qué manera había que tratarlos para impedirles que impusieran sus normas por encima de las del club y de los técnicos. Gran aprendizaje. Pero hay más casos anteriores al entrenador portugués. Está el de Arrigo Sacchi. Un auténtico loco del fútbol –sin sentido peyorativo-. Que era agente comercial. Y cuya llegada a los banquillos fue un soplo de aire fresco. Y que ha entrado en la historia como uno de los mejores entrenadores del siglo pasado.

Ahora tenemos, por no ahondar más en el pasado, a Jorge Sampaoli. Otro loco del asunto a quien su forma de proceder, nunca ajustada a las normas que antes se exigían a los entrenadores, no le ha impedido ser tenido poco menos que por el inventor del fútbol moderno. Y qué decir de Juan Manuel Lillo, su asistente.

En fin, el fútbol es un deporte extraordinario. Y los aficionados se identifican con el equipo de sus amores. Y ese equipo ha de mantener viva la llama de los suyos con victorias. Y a los fieles les importa un bledo y parte del otro que el entrenador haya jugado o no haya jugado al fútbol. Porque lo fundamental es ganar y ganar y volver a ganar… Grito de guerra de Luis Aragonés. De no ser así, como ustedes bien saben, el entrenador es despedido. O sea.









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