Ramos y Nacho
Me
llama un amigo para decirme que hacía mucho tiempo que no me había leído una
opinión favorable a Sergio Ramos por su labor defensiva. Y le respondo que el único pecado que existe es la
estupidez. El cual yo habría cometido ignorando que el capitán del Madrid había
estado sobresaliente en su lucha con dos jugadores destacados del equipo del Athletic: Aduriz y Raúl García. Jugadores veteranos,
combativos, magníficos cabeceadores y tan oportunistas como capaces de hacer
errar a cualquier árbitro por sus reconocidas triquiñuelas. Además de tener
ambos aversión al Madrid. Sobre todo RG.
Por cierto, de la aversión que tienen los vascos al Madrid me habló Telmo Zarra Onaindía -por teléfono-
cuando yo trataba de convencerle de que diera una conferencia en Ceuta (1988).
De Nacho sólo se puede decir que
estuvo como siempre: Bien. Nacho es
un futbolista de una regularidad pasmosa. Y es así porque conoce muy bien sus
limitaciones. Y por tanto no se complica la existencia.
Carvajal y Marcelo
Ambos
dan pruebas evidentes en todos los partidos de querer ser más de lo que son. Y
por tal motivo en todos los partidos dejan entrever una inseguridad defensiva
que hace mella en el rendimiento de sus compañeros. La anarquía de ambos,
subiendo al ataque por sistema –más acusada en Marcelo-, destroza el orden entre líneas propias e impide que
centrales y volantes actúen con el sosiego suficiente para poder rendir más. Marcelo y Carvajal juegan de modo y manera
que necesitan por obligación ayudas y coberturas a cada paso. Semejante forma
de proceder atenta contra el rendimiento de Ramos, Varane, Pepe y Nacho. En todo momento preocupados por la brecha que sus laterales
dejan por los costados. Y qué decir de los componentes del medio campo. Pues
que se les nota cada vez más lo mucho que les afecta el tener que estar en misa
y repicando. Kroos y Modric son el mejor ejemplo de ello.
Claro que los laterales han de sumarse al ataque por sorpresa –nunca sin solución
de continuidad-. No sólo como soplo de aire fresco sino asimismo para atacar
con superioridad y desconcertando a sus rivales. El Madrid ganó en San Mamés a
pesar de que Williams y Lecue mostraran al mundo entero que los
laterales del Madrid juegan a ... su aire.
Jorge Sampaoli
Viendo
jugar al Sevilla en el Manzanares me he acordado de lo mucho que el fútbol
ayuda a la formación de la persona y proporciona unos valores fuertemente
arraigados. Tales como el sacrificio, el aprender a compartir, el competir, la
pérdida de miedos absurdos y, por tanto, hace que se sea capaz de enfrentarse a
las situaciones más complicadas. Jugando al fútbol se madura antes (Albert Camus). Y por qué se me ha
venido a las mientes semejante aserción. Porque a partir de ahora Jorge Sampaoli deberá aferrarse a esa
idea del fútbol como modelo de vida. Donde cuando menos se espera la Diosa Fortuna se pone esquiva y nos
adentra en ese pasaje oscuro y terrible que recibe el nombre de mala suerte. La
cual no deja de ser ausencia de buena suerte. El entrenador argentino llegó a
Sevilla precedido de la fama ganada a pulso entrenando a la selección de Chile.
Y pronto dobló su popularidad porque el Sevilla ganaba y ganaba y ganaba. Hasta
el punto de que los aficionados sevillistas querían llevarlo a hombros después
del triunfo de su equipo en el Benito
Villamarín. El Sevilla ha vuelto a mostrar su peor imagen frente al Atlético de Madrid. Y a Sampaoli le toca no dejar por embustero
a mi admirado Camus.
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