Un día, de hace ya muchos años, me dirigía yo hacia el Hotel Parador La Muralla y me detuve a ver cómo un hombre -que había montado una tienda de campaña frente al edificio municipal para permanecer protestando día y noche contra las irregularidades que, según él, se estaban cometiendo en las entregas de viviendas de protección oficial- estaba siendo desalojado por varios policías locales.
Llegado
un momento, el hombre, ceutí de religión musulmana, fue zarandeado por los guardias. Y, dado que yo era conocido, me encontró enseguida para decirme que había sido denunciado por insultar y golpear a los policías.
Y todo compungido me dijo que había dado mi nombre para ser citado como testigo del incidente.
Tras
escucharle atentamente le di mi palabra de que el día señalado para el juicio yo estaría en el lugar adecuado para
relatar lo que había visto. Aun sabiendo que semejante decisión sólo podría traerme problemas. Así que en la fecha prevista acudí presto al juzgado, di mi versión de los
hechos, y el hombre salió ileso del envite judicial.
Aquel
día, y tras darme las gracias por mi colaboración, el hombre me contó cosas acerca de las entregas
de viviendas protegidas; más de las que yo había oído ya en tertulias y
corrillos. De aquel trance me he
acordado nada más leer lo que se ha publicado en relación con lo que dijo Juan
Luis Aróstegui durante una reunión celebrada el 27 de enero de 2015, sobre la
entrega de las VPO: “No podemos reírnos de la gente”.
En
vista de que Aróstegui formaba parte del Gobierno local, cuando yo hube de
asistir como testigo en la causa ya reseñada, no me extraña que se haya
expresado de tal guisa. Aunque más le
habría valido usar el verbo en su tiempo justo: “No podemos seguir riéndonos de
la gente”. Y hasta podría haber rematado
la oración con esta revolera: llevamos mucho tiempo, muchísimo tiempo, haciendo
lo que no debemos. O lo que es lo mismo: cometiendo errores.
Un buen
mentiroso sabe que la mentira más efectiva es siempre una verdad a la que se le
ha sustraído una pieza clave. Y además
debe tener una memoria privilegiada. Ambas cosas son del dominio del
señor Aróstegui. Y, por tanto, no puede servirle de atenuante su ignorancia de lo que también ocurría en lo concerniente a las entregas de viviendas protegidas en su época como político con cargo relevante. Sobre las dimisiones de las consejeras populares tampoco ha dicho ni pío. Así que me toca a mí decirlo.
Las dimisiones de las dos consejeras -Susana Román y Mohamed Rabea- han evidenciado que el Partido Popular ha actuado como tenía que hacerlo y prontamente. Aun sabiendo que tamaña medida puede ser errónea. Pero siempre será preferible y más saludable la equivocación del actuar a la postura de quien no acepta cumplir con la obligación debida por estar bajo sospecha como político: dimitir de sus cargos. Y eso es lo que le corresponde afrontar a la coalición Caballas.
Las dimisiones de las dos consejeras -Susana Román y Mohamed Rabea- han evidenciado que el Partido Popular ha actuado como tenía que hacerlo y prontamente. Aun sabiendo que tamaña medida puede ser errónea. Pero siempre será preferible y más saludable la equivocación del actuar a la postura de quien no acepta cumplir con la obligación debida por estar bajo sospecha como político: dimitir de sus cargos. Y eso es lo que le corresponde afrontar a la coalición Caballas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.