El parado dice que el tiempo le ha dado la razón

El jueves pasado me crucé con un señor que iba hacia el edificio municipal para seguir culpando al gobierno de su situación de parado. Dicha persona se ha hecho popular por sus denuncias. Pues lleva años gritando su malestar a los políticos, apostada  muy cerca de la estatua de Antonio López Sánchez-Prado. Pero ni de sus denuncias ni de sus razones hablaré yo hoy, no; sino del cartón que, colgado de su cuello, lucía en su pecho con esta frase: “El tiempo me ha dado la razón”. 

Tan escueta afirmación era, sin duda alguna, la mejor manifestación de alegría por cuanto está sucediendo con las viviendas de protección oficial. Por más que él sepa que semejante escándalo no redundará en beneficio de sus reivindicaciones. En cambio, nadie podrá quitarle la satisfacción de saber que hay políticos que lo están pasando mal. Y ese conocimiento le permite renovar sus fuerzas para no desfallecer en su tarea diaria. Que es lo único que le queda. Porque pobre  era y pobre seguirá siendo. Y por tanto está legitimado a sentirse bien, aunque sea por unos días, gracias al mal ajeno.

Sin embargo, me producen náuseas quienes han vivido años y años dorándole la píldora a nuestro alcalde y ahora, cuando a éste le espera Vía Crucis, Calvario, el más difícil todavía, no cesan de  reírse a mandíbula batiente del momento actual que está viviendo. Son tantos y tan conocidos que harían bien en sellar sus labios. Son los mismos que me dedicaban palabras malsonantes por detrás y que no se cortaban a la hora de pedir denuncias contra mí cuando aireaba los errores cometidos por el poder establecido.

Hoy se me ha dicho que, debido al revuelo existente en la ciudad, ha llegado mi oportunidad de volver a criticar acerbamente al Gobierno del Partido Popular y sobre todo a Juan Vivas. Y lo primero que se me ha ocurrido es dedicarle una higa a quien me ha deslizado semejante consejo.  Por ser tan estúpido como para creer que en mí anida la tendencia a la venganza y el deseo de devolver el posible mal recibido en su momento. 

Hay que ser iluso para creer que yo soy de los que se dejan llevar por el rencor. Entre otras cosas, créanme, porque me quiero mucho como para administrarme semejante tóxico. A propósito, cuando Ceuta, debido al escándalo concerniente a las VPO, es lo más parecido a una casa de vecindad y por tanto los chismes están a la orden del día, yo sigo manteniéndome en mis trece: Juan Vivas sigue siendo el alcalde tuerto en la ciudad de los opositores ciegos a la alcaldía. O sea...