Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 1 de enero de 2017

Recordando a Ruiz Sosa

Me llama mi hijo de mañana. Puesto que él sabe muy bien que a mí no se me suelen pegar las sábanas ni en días como hoy. Y nos ponemos a charlar de fútbol. Concretamente sobre la eliminatoria de la Copa del Rey que han de jugar ya mismo Madrid-Sevilla. De pronto, mi hijo Manolo, que tiene buena memoria, me recuerda el día en que yo le presenté a Ruiz Sosa. Y  de cómo estuvimos hablando de la final de la Copa del Generalísimo jugada por el equipo hispalense frente al Madrid en la temporada 61-62 (un 8 de julio).

Fue aquel un encuentro casual en la Rivera del Marisco de El Puerto de Santa María y del que los tres disfrutamos de lo lindo. Sobre todo mi hijo al ver cómo se le alegraban las pajarillas a mi siempre recordado amigo con la descripción que yo hacía de él como futbolista. Y del gran partido que hizo en aquella final copera en la que el Sevilla hizo méritos sobrados para ganársela al Madrid de Di Stéfano, Puskas, Gento, Tejada, Del Sol... Y que yo presencié en el Santiago Bernabéu.

Manolo Ruiz Sosa y Achúcarro se adueñaron aquel día de la zona central del campo e hicieron posible que Diéguez marcara el gol sevillista apenas comenzada la segunda parte. Daba gusto ver al veinteañero coriano correr, cortar y servir balones a sus compañeros. Ruiz Sosa conocía todos los secretos del juego y los ponía a contribución de su equipo. Hasta el punto de que nadie daba un duro por la victoria del Madrid en el minuto setenta.

Fue entonces cuando Puskas empató de penalti. Y, a renglón seguido, Mateos no lograba batir a Araquistain desde los once metros. Así que diez minutos más tarde Puskas, aprovechando un mal entendimiento entre Mut y Maraver, lograba el gol que le daba la victoria a su equipo. E hizo posible además que Di Stéfano y Gento obtuvieran un trofeo que se les resistía. Ni que decir tiene que aquella derrota afectó seriamente al Sevilla.

Doy fe de ello por lo mucho que Ruiz Sosa y yo, en vista de nuestra posterior amistad, durante muchos años, hablamos de aquel acontecimiento. Por cierto, me alegro de que mi hijo haya sacado a colación aquel encuentro con uno de los jugadores que yo he visto interpretar mejor la tarea de centrocampista en una época en la cual ni los delanteros ni los defensas ayudaban a los volantes. Salvo Di Stéfano; de ahí los triunfos del Madrid de entonces.

Con el paso del tiempo, y ya ejerciendo ambos de entrenador, no pocas veces Ruiz Sosa y yo fuimos rivales en los banquillos y amigos en cuanto el árbitro daba el partido por acabado. Y muchas fueron las veces que se dirigió a mí con estas palabras: "De haber sabido yo expresarme como tú habría entrenado muchos años en Primera División". Y mi respuesta llegaba a media vuelta de manivela: "De haber sido yo un futbolista tan extraordinario como tú, querido amigo, no te quepa la menor duda de que estaría dirigiendo al equipo más grande de España. Risas y abrazo. (el 12 de diciembre pasado se han cumplido 6 años del fallecimiento de Manolo Ruiz Sosa: uno de los grandes jugadores del fútbol español).




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