A mí me desagrada usar circunloquios. Los detesto. Así que he sido siempre muy dado a decir las cosas claras. Aun a sabiendas de que con semejante forma de proceder no sería muy bien visto por quienes tenían -y tienen- poder suficiente para señalarme con su dedo acusador a fin de ir socavando los andamios de mi actividad en los medios de comunicación.
Muchas han sido las veces que quienes me profesan afecto o sienten simpatía hacia mí, vaya usted a saber por qué, me dijeron que el enfrentamiento incesante con el poder establecido era una batalla perdida. Pero en tales momentos yo me debía a la defensa de un editorial y no atendía a razones. Pues la palabra dada a quien correspondía estaba por encima de miedos a las consecuencias que pudieran derivarse de mis detestadas opiniones.
Más o menos así se lo explico en la plaza de los Reyes a un amigo, además de lector mío, tras decirme que no está de acuerdo con el buen trato que le vengo dispensando a nuestro alcalde de un tiempo a esta parte. Y le parece mal que haya escrito, no ha mucho, que en Ceuta no hay nadie capaz de sustituirlo con garantía suficiente.
Su admonición me parece respetable. Aunque no la comparta. Y, desde luego, mi parecer sigue siendo el siguiente: si nuestro alcalde no está saciado de tanto mandar, que bien podría estarlo, en vista de que lleva la tira de tiempo ocupando el trono de la conocida como Casa Grande, lo mejor para los ceutíes es que vuelva a presentarse cual candidato en las próximas elecciones.
Aunque debo aclarar que me pronuncié sin haber leído todavía unas declaraciones de Juan Vivas en las que nos dice que aún se siente con fuerza suficiente para continuar siendo el presidente del Partido Popular y candidato a la alcaldía. Afirmaciones que me parecen muy acertadas porque yo sigo sin ver a ningún otro candidato capaz de reunir las cualidades idóneas para disputarle a Vivas -en las urnas- el cargo de primera autoridad de Ceuta.
Cierto es que JV lleva ya muchos años ejerciendo de primera autoridad. Y aunque mandar es muy difícil y el poder desgasta, tampoco es menos cierto que desgasta sobre todo al que no lo tiene. Por consiguiente, no creo que los ceutíes, llegado el día, decidan votar a un partido en el cual aparezca como cabeza de serie un político que nunca ha sido capaz de aceptar sus fracasos, alegando con rabia inusitada, que los votantes eran unos imbéciles por no confiar en él. O sea.
Nota: este escrito se puede ver en Aires de Ceuta y Blog de Manolo de la Torre
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