Zidane decidió fomar un equipo con muy buenos jugadores, por tener una plantilla excelente, pero se olvidó de que la velocidad es fundamental para domeñar a los rivales. Asensio y James no son jugadores para jugar orillados a la banda. Técnicamente no se les puede achacar nada pero carecen de velocidad para maniobrar en pasillos estrechos. Tampoco les valía abandonar su zona con el fin de crearles espacios a los laterales, Danilo y Nacho, porque éstos no tenían su día.
Isco jugaba a su aire en el sitio que a él le chifla: por detrás de Morata. Y aunque su manera de prodigarse es muy celebrada por los comentaristas, poco o nada práctico le recuerdo. Quizá acaparó tantos balones que acabó invadiendo el espacio de Kross y Casemiro. Y lo que es peor: a Morata no le llegaban balones. Resumiendo: tanto peca lo mucho como lo poco. Y al Madrid, en esta ocasión, le sobraban hombres en el centro del campo.
El Deportivo de la Coruña llegó al Bernabeú con la vitola de equipo que le habia dado un repaso al conjunto de moda: La Real Sociedad. Y por tanto presentó batalla con sus armas: nutrida defensa y arriba Florin Andone fajándose con Pepe y Ramos. Y el rumano fue un auténtico quebradero de cabeza para ambos. Veloz, atosigante, con desmedido entusiasmo, no permitió que la defensa del Madrid pudiera tomarse el menor respiro. Cuando Andone abandonó el terreno de juego bien pudo presumir de haber dejado extenuados a los centrales blancos. El empate de la primera parte era justo. Por más que el Madrid hubiera tenido más ocasiones de gol y más claras las del Deportivo.
El gol de Morata, golazo, tras haber recibido un pase de Isco, después de un balón disputado por James, en el minuto 51, parecía que iba a ser el primero de algunos más favorables al equipo entrenado por Zidane. Pero fue todo lo contrario: sucedió que Casemiro, a quien tanto trabajo le ha costado hacerse un nombre y con un sitio fijo en el equipo, pecó de suficiencia en zona peligrosa y Joselu empató al coger descolocados a los centrales.
En pleno desbarajuste madridista y Casemiro con la cabeza gacha y la mirada perdida, Joselu hizo el segundo y tembló el Bernabeú. Fue entonces cuando a Zidane se le encendieron las luces y decidió que la velocidad por las bandas era tan necesaria como también lo era situar a Mariano a la vera de Morata. Y asimismo se jugó la carta de Marcelo. Pues ya no había nada que defender por estar perdiendo y porque quedaban veintantos minutos para el final.
De modo que Lucas Vázquez sustituyó a Isco, qué mérito la de enchufarse al partido en momentos tan complicados, y empezó a generarle problemas a Navarro y el sistema defensivo de los gallegos comenzó a resquebrajarse. Si bien surgió la figura impresionante de Tyton: ¡menudo portero! Y así llegó el centro de Vázquez con la izquierda y el remate grandioso del sustituto de Asensio: Mariano. De quien tanto hemos venido hablando desde hace meses. Y que cederlo sería errar gravemente.
Con el empate, el Madrid buscó la victoria por las bravas y de esa manera se repitió la historia: golazo de Ramos tras un córner ejecutado por Kroos. Otra vez Ramos obrando el milagro en el último minuto del tiempo recuperado. Y otra vez vuelve a redimirse por medio de ese gol de su fallo clamoroso en el segundo tanto marcado por Joselu.
Resumiendo: Zidane formó un magnífico equipo. Verdad que no necesita demostración. Pero no era el día para tocar una y otra vez el balón y olvidarse de que había que buscar la portería contraria. Así que sobraron pases en cortos, cabriolas, fintas, regates innecesarios..., que ayudaban a replegarse muy pronto al rival. También carecía el equipo de velocidad por los costados. Y sobre todo sobraban centrocampistas. Por falta de espacios.
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