Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

¿Está justificado el insulto?

Ayer coincidí con dos señores a quienes aprecio muchísimo por algo tan importante como es el buen trato que siempre me han dispensado aunque no estuviesen de acuerdo con mi forma de proceder o escribir en algún momento. Así que entre copa y copa la conversación fue tomando cuerpo y hasta salió a relucir si está justificado el insulto. Y les dije que era un tema al cual yo le había prestado mucha atención durante el mes de noviembre. Tras haber hablado de ello con Sebastián Fernández.

Y volví a cerciorarme de que no existe pueblo en Europa que posea caudal tan rico de vocablos injuriosos, de juramentos e interjecciones como el nuestro; según parece, sólo los napolitanos pueden hacernos alguna concurrencia. Aunque la costumbre de la interjección no ha debilitado del todo el concepto de que está mal. Por más que en algunos momentos soltar un taco nos haga sentir cierta fruición y desahogo.

Ya lo dice Fernando Díaz Plaja en El español y los siete pecados capitales. El temor al ridículo está firme, duramente enraizado en la personalidad española y preside la mayoría de las reacciones. Lo malo no es que algo sea grave, sino que así lo considere el vecino, y aun lo malo no es tan grave como lo risible. Y pone el ejemplo de la honra: "Más vale ser cornudo que no lo sepa ninguno que, sin serlo, pensarlo todo el mundo". Pues la mera posibilidad de la burla ajena lanza al español a la violencia".

Mis interlocutores, con toda la razón del mundo, debido a mi perorata, vuelven a preguntarme: ¿Esta o no está justificado el insulto? Sí -les digo-.Y además coincido con el autor de El Gran Libro de los Insultos que dice así: Yo me inclino a responder afirmativamente siempre que el insulto evite llegar a las manos o actúe como tubo de escape que ayude a desfogarse.

Ahora bien, si ustedes quieren saber qué insulto hace más daño o cala más hondo no es pregunta de fácil respuesta. El insulto, continúa diciendo el señor Celdrán Gomariz, es como la tormenta; será más o menos dañino dependiendo de cómo estémos; es decir: de la situación espiritual, moral, social o incluso económica en que coja a la criatura.

Todos sabemos que no debemos nombrar la soga en casa del ahorcado, lo que de hecho viene a significar que nos dolerá más el insulto que nos dé donde más nos duela, o que más visos tenga de ser cierto. De ahí que los insultos que ponen en entredicho la honra estén entre los más dolorosos porque desprestigian ante la sociedad, caso del cornudo.

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