Me llama Sebastián Fernández -de mañana- para decirme que me ha dejado un libro en la recepción de un hotel. Y, aunque no tengo previsto darme un garbeo por el centro de la ciudad, acudo presto a recogerlo. Es el mejor regalo que se me puede hacer. Hasta el punto de que tenerlo entre mis manos me hace sentirme mejor en todos los sentidos. Incluso me invade la certeza de ser un hombre solidario.
Mi alegría de vivir me acompaña desde el Hotel Puerta de África hasta la plaza de los Reyes. Y en ella hallo a tres amigos que están haciéndole un monumento a la cháchara. Y, tras pedir la venia, me sumo al palique sin reserva alguna. Me la conceden, por supuesto que sí, y durante algo más de media hora las batallitas de cada cual nos introducen en el túnel de la risa. Risa terapéutica. A mí me viene muy bien para combatir el colesterol.
Mi apreciación provoca el consiguiente cachondeo entre mis interlocutores; que son, por orden alfabético, los siguientes: Juan Antonio García Ponferrada, Manolo Guillén y Pedro Moreno. Tres amigos de toda la vida y rocieros hasta la médula. A García Ponferrada se le nota la felicidad que le embarga al saberse elegido como pregonero de la Semana Santa de 2017. Pregonar no es fácil, pero Juan Antonio es perito en la materia. No en vano, como él dice, lo nacieron ya vestido de monaguillo en su Lucena natal.
Pedro Moreno me recuerda, una vez más, el gol que le marcó al Algeciras -equipo entrenado por mí- cuando él jugaba en la Agrupación Deportiva Ceuta. Fue en un partido de la Copa del Generalísimo. El tanto supuso la victoria del equipo ceutí en El Mirador, generando además un escándalo de los aficionados, que se tenían por especiales, contra mí. Aquel triunfo del equipo caballa le valió la continuidad a Desiderio Herrero; entrenador que era abroncado continuamente en el Murube.
Manolo Guillén, natural de Jerez de la Frontera, y residente en Ceuta desde hace la tira de años, saca a relucir algunas anécdotas de las que se me atribuyen cuando yo acaparaba la atención de todos los medios gaditanos siendo técnico del equipo de fútbol de mi pueblo. Así que aprovecho la ocasión para contarles lances vividos que parecen auténticas trolas. Ni que decir tiene que mis historias invitan a la risa. Y, dado que ésta ha ganado fama de tener efectos saludables, no dudamos en reírnos a mandíbula batiente.
En fin: que ir a recoger el libro que me ha regalado Sebastián Fernández -presente que le agradezco de veras- me ha permitido tropezarme con Juan Antonio García Ponferrada, Manolo Guillén y Pedro Moreno. Encuentro que nos ha ofrecido la oportunidad de recrearnos en esa suerte del hablar llamada cháchara, charloteo, palique... En suma, que nos hemos divertido de lo lindo. Lo cual es muy bueno para combatir el colesterol. O sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.