Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 8 de noviembre de 2016

Las bicicletas no son para las aceras

Leo en un diario que un anciano de sesenta años evitó que un adolescente que circulaba en bicicleta por la acera, a velocidad impropia y con pérdida del dominio del vehículo, atropellara a una mujer que caminaba sin percatarse de lo que se le venía encima. El anciano -insiste el periodista- no dudó en arriesgarse a sufrir un choque frontal con la bicicleta. Menos mal que sacó a relucir una habilidad y una sangre fría dignas de encomio para desviar la bici que se deslizaba a toda pastilla.

Nada más leer la noticia, me acordé de que hace pocos días yo presencié algo similar cuando transitaba por la acera principal de la barriada el Sardinero. En esta ocasión, la mujer se salvó de milagro y no fue porque ningún anciano de sesenta años hiciera de ángel custodio de una señora entrada en años y con apariencia de no estar en las mejores condiciones físicas. Lo primero que se me ocurrió fue reprender severamente al niñato que conducía su biciclo tan alocadamente como falto de pericia. Pero la cara del chaval dejaba entrever que mi amonestación se la pasaba él por los didimos.

Semejante incidente me podría servir para recordarles a ustedes que se viene hablando continuamente de inseguridad ciudadana y sin embargo nadie cae en la cuenta de que diariamente nos estamos jugando la vida cuando caminamos por las aceras. A veces, muchas veces, los ciclistas te pasan como si estuvieran corriendo una prueba contrarreloj. Confiados en que el peatón no intentará en ningún momento desviarse de su senda ni siquiera los centímetros suficientes para ser arrollado brutalmente.

En fin, podría enumerar motivos suficientes para que las autoridades pongan freno a ese peligro que nos ronda todos los días a cuantos ejercemos de andariegos. Pero dado que he procurado informarme de los muchos inconvenientes que existen para crear una ordenanza municipal que nos proteja de las bicicletas que circulan por la acera, por chocar ésta con el reglamento General de Circulación, me veo obligado a terminar el artículo recordando que una persona de sesenta años no es un anciano. Es más, tampoco lo será cuando haya cumplido 65 e incluso si se le aprecia decrepitud física. En tal caso, debe soslayarse con la expresión de un hombre de 65 años.

En cualquier caso, creo que escribir al respecto es una causa perdida. Pues ya lo intentó, hace ya muchos años, Mario Benedetti. Escritor que se expresaba de tal guisa: En España, dicen los diarios: "Murió un anciano de sesenta años". Los cretinos. ¿Qué categoría se reservan entonces para nosotros; octogenarios pecadores? ¿Escombros? ¿Ruinas? ¿Esperpentos? Cuando yo tenía sesenta años era cualquier cosa menos un anciano. En la cama, si la interlocutora cumplía dignamente su parte en el diálogo corporal, yo cumplía cabalmente con mi parte. Y el maestro Benedetti sigue explayándose contra quienes no dejan de expresarse desafortunadamente.

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