Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 20 de noviembre de 2016

La octava maravilla

Hacía ya mucho tiempo, más o menos desde lo de Casillas, que yo no asistía a una entrega total y absoluta de la prensa con un futbolista de la talla de Isco. Hasta tal punto de que haga lo que haga hay plumíferos que lo celebran cual si estuvieran viendo la octava maravilla. A veces no necesita más que un control, un regate, una finta o un pase medido para que sus rendidos admiradores griten frenéticamente. Eso sí, ante las pifias cometidas por el malagueño, enmudecen o buscan la socorrida salida que es meterse con Kovacic o Varane que pasaban por allí en ese preciso momento.

Isco podría gritar a los cuatro vientos eso de que más vale caer en gracia que ser gracioso. Dado que él tiene la ayuda de todos los medios. Los cuales, por si fuera poca la propaganda hecha hasta ahora al hombre nacido en Arroyo de la Miel, están que se salen por el gol de Wembley y por haber jugado un buen primer tiempo en el Vicente Calderón. Así que le llueven las alabanzas. Alabanzas que a uno le parecen excesivas por cuestiones muy variadas y todas ellas son motivos de problemas para Zidane.

Me explico: el entrenador del Madrid hace ya mucho tiempo que debió jugar con un medio campo solvente en calidad y trabajo; o bien obligar a sus delanteros, cuando son tres, a participar en tareas defensivas. Para ambas situaciones tácticas cuenta con una plantilla tan amplia como extraordinaria. Tal es así, que ayer se demostró en el Vicente Calderón cómo su equipo pudo ganarle la batalla a uno de los mejores y más poblados centros del campo nacional e internacional.

Todo empezó poniendo a Lucas Vázquez en una banda y haciendo posible que Bale, amén de su potencia y calidad, asumiera el papel de gregario por la banda izquierda. Ambos, esto es, Bale y Vázquez, respaldados por Modric y Kovacic, hicieron posible que Isco pudiera jugar a su albedrío. Vamos, a su arbitrio y voluntad, por detrás de Cristiano Ronaldo. Asumiendo ese papel de media punta que fue, durante muchos años, demarcación por la cual suspiraban todos los futbolistas a quienes disgustaba sobremanera el sacrificio de disputar balones o correr detrás de sus rivales.

Pues bien, en vista de que ayer, frente al Atlético y gracias a que Simeone, todo hay que decirlo, parecía estar en las Batuecas, Isco jugó cuarenta y cinco minutos a su aire. Lo que nunca pudo hacer en el Valencia pero sí en el Málaga. Y los periodistas han echado las campanas al vuelo sin pararse a pensar que Zidane sabe perfectamente que lo que más le conviene a Isco no es lo mejor para su equipo por sistema. Ya que tendría que prescindir de futbolistas como Morata o Benzema y hasta de medios volantes más completos que el susodicho.

Lo que sí se ha demostrado ayer, por encima de cualquier otra cosa, es que Zidane ha de hacerse a la idea de que la línea del medio campo debe ser formada por cuatro hombres dispuestos a entregarse generosamente en labores defensivas cuando les corresponda. Que el 4-4-2 es el sistema que mejor le sienta a su equipo. A no ser que los delanteros, insisto, cuando son tres, se comprometan a laborar en la medida que exija la situación. Y, naturalmente, Zidane no debe, poder si puede, hacer una alineación pensando todos los días en lo que le conviene a Isco.

He aquí, pues, un motivo de discusión que se va a generar ya mismo. Y que no tengo la menor duda de que Zidane no es ajeno a él. Menos mal que el técnico es un hombre afortunado: no en vano el Madrid, su equipo, hacía muchos años que no tenía una plantilla tan amplia cual magnífica. Y a él sólo le cabe acertar más que errar.

La frase. Simeone: dicen de él que sabe más que los ratones coloraos. Ayer parecía un ratón de bodega.

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