El sábado pasado, debido a que estuve en una fiesta ofrecida por una pareja que decidió pasar por la vicaría, no pude ver a España frente a Macedonia. Aunque me han dicho que no me perdí nada del otro mundo porque el conjunto macedonio ofreció escasa resistencia. Ayer, sin embargo, si fui espectador del Portugal-Letonia. Partido que ganaron los portugueses jugando a medio gas y sin que evidenciaran la calidad que se les supone a los componentes de la actual selección Campeona de Europa.
Mi interés radicaba en ver cómo afrontaba el partido Cristiano Ronaldo y si su juego era superior al que últimamente viene mostrando en el Real Madrid. Y debo decir, tras las horas transcurridas, que Idem de lienzo; esto es, que su actuación no me ha sacado de dudas. A pesar de que CR participó en la jugada del primer penalti y envió a la red, mediante una soberbia volea, un medido centro de Cuaresma. Y que de no haber fallado un segundo penalti, habría conseguido marcar tres goles. Eso sí, ojalá que jugando a medio gas, y como si no fuera con él la cosa, consiga los mismos logros en el Vicente Calderón.
Un madridista me pide que adelante un resultado del Atlético-Madrid. Y, aunque a mí no me agrada hacer de pitoniso, le digo que el ganador será el equipo que se muestre más fuerte en el medio campo. Y el aficionado merengue muda de color. Pues no en vano se acuerda de las bajas de Casemiro y Kroos. Que para él son jugadores indispensables. En cambio, recupera el ánimo en cuanto yo le recuerdo que Zidane tiene la suerte de contar con una plantilla tan amplia como excelente. Si bien todo depende de que acierte en la composición de una línea de vital importancia.
El aficionado también muestra su satisfacción porque está convencido de que jugará Sergio Ramos después de haber estado casi un mes de baja. Y a mí se me ocurre decirle que no es el momento adecuado para que reaparezca. Y, claro, me gano una contestación airada: ¡Cómo se nota que el futbolista de Camas no es santo de tu devoción!...
Respuesta que merezco. Por supuesto que sí. Pues a ver quién me manda a mí opinar de fútbol con cualquiera que decida pararme por la calle por ser de dominio público que yo estoy siempre presto a pegar la hebra con todo quisque. Pero pronto se me pasa el deseo de dejar a mi interlocutor con la palabra en la boca y decido argumentar mi parecer acerca de la poca fiabilidad que me ofrece el que juegue Sergio Ramos en un partido tan exigente. Eso no es óbice para decir a voz en cuello que deseo equivocarme.
Curioso es, y conviene decirlo, que pocos hinchas del Madrid se pregunten por qué juega tan poco Lucas Vázquez. Y cómo es posible que tan excelente futbolista sea desaprovechado en la medida que lo viene haciendo Zidane. El reseñado Vázquez posee unas cualidades sobresalientes, que le permiten gozar de una condición fantástica como extremo y volante. Soplo de aire fresco, sin solución de continuidad, para sus compañeros a la hora de defender y atacante con regates desestabilizadores y centros precisos. Y, por si fuera poco, disparos desde la media distancia que siembran el pánico entre sus rivales.
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