Cuando la radio era el único medio de transmitir un partido, todos los locutores trataban de imitar al inefable Matías Prats. Sin conseguirlo. Ya que les era imposible envolver la jugada en la cálida verbosidad derrochada por aquel andaluz que intentaba conmover nuestra sensibilidad patriótica-deportiva. MP, según decía Miguel Delibes, solía conseguir este milagro; de ahí que se le considerara un auténtico hombre de radio.
Pero todos sabemos que la televisión es otra cosa. La televisión nos muestra lo que está ocurriendo en el estadio.Y, en consecuencia, la retórica resulta suplerflua y ridícula. Y mucho más si se aparta de la verdad. Valdano, por poner un ejemplo, sigue empecinado en contarnos el cuento del alfajor. Así, mientras el Bernabeú protestaba ruidosamente la actuación de Isco, cuando fue sustituido ante el Eibar, Jorge Valdano decidió irse por los cerros de Úbeda.
Días antes de jugar el Barcelona frente al Liverpool en la pretemporada, a mí se me ocurrió escribir de cómo Javier Mascherano daba muestras visibles de estar hasta los... dídimo de verse solo ante el peligro de los atacantes por mor del adocenamiento defensivo en que está inmerso Busquets. Incluso me atreví a decir que el internacional argentino emitía señales evidentes de querer cambiar de aire. Desde entonces, el tenido por El Jefecito ha ido a menos y ya es mirado esquinadamente. Ante el Celta, nadie podrá discutirme que Busquets fue un pelele. Un muñeco incapacitado para soportar la presión de sus rivales.
Durante quince minutos, más o menos, Busquets se vio desbordado continuamente. Ni ponía orden ni acertaba a ser escudo de sus defensas cuando los rivales apretaban de lo lindo y tanto Hernández, Wass Aspas y Pione Sisto, entre otros, ponían al descubierto las vergüenzas defensivas del Barça. De hecho, Luis Enrique decidió sustituirlo. Y si no lo hizo antes es porque Busquets forma parte de los intocables que dirigía Vicente del Bosque y que tantos nos dieron...
Por cierto, Gerard Piqué, cuya actuación había sido calamitosa en ese período de tiempo en el cual su equipo encajó tres goles, tomó la siguiente decisión en la segunda parte: De perdidos, al río. Y allá que se sumó al ataque a lo Ramos, buscando redimir sus errores defensivos con goles. La apuesta le salió bordada al gran zaguero catalanista. Hasta el extremo de que los comentaristas en general, decidieron colmarlo de elogios mientras le atizaban de lo lindo a Mathieu. A quien culparon de todo lo ocurrido. De haber estado Mascherano habría pagado él todos los platos rotos en Balaídos.
¿Me pregunta usted por la osadía de Ter Stegen? Ello necesita comentario aparte. Y hoy carezco ya de espacio.
(Nota: La Policía Nacional ha distinguido con sendas placas de reconocimiento por la colaboración prestada al cuerpo, a Ceuta Actualidad y al periodista Antonio García. Así que me sumo a las muchas felicitaciones que vienen recibiendo)
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