Del partido jugado por el Madrid frente al Betis en el Benito Villamarín, los críticos, en su mayoría, han repicado las campanas. No se han cortado lo más mínimo en expresar su alegría por el gran juego exhibido por el equipo dirigido por Zidane y sobre todo han echado mano del botafumeiro en honor de Isco y Marcelo. Los dos futbolistas han sido adulados hasta la saciedad. De lo cual sale perjudicado el equipo y también ellos si acaso han asumido que sus actuaciones han sido sublimes. Pues entonces volverán a cometer los mismos errores de siempre y que salieron a relucir en el estadio verdiblanco. Por más que el resultado (1-6) haya tenido la utilidad que se le atribuye a una buena capa.
El Madrid jugó bien en la primera parte. Bueno, muy bien; no vaya a ser que se me tache de cicatero en el decir. Y jugó muy bien porque Kroos y Kovacic se adueñaron del medio campo -zona vital- con autoridad de dictadores. Ordenaron y mandaron a su antojo. Y hasta hicieron alardes de estar sumamente dispuestos para asumir, cuando la ocasión lo requería, la misión de guardaespaldas de compañeros poco dados a mentener la disciplina requerida en el césped. Son los casos de Marcelo e Isco; digan lo que digan los demás.
El primero no deja de ser un defensor caótico y un enorme atacante capaz de sembrar el desconcierto entre las líneas rivales en el preciso momento que está en posesión del balón. Su juego, tan anárquico como desconcertante, necesita protección para impedir que por su lado no entren los adversarios como Pedro por su casa. Joaquín, el del Puerto, de no haber sido por las ayudas de Kroos y Varane, habría conseguido hacerle de todo al defensa brasileño.
En cuanto a Isco, qué decir de alguien que juega al fútbol de la misma manera que un orador necesita de los circunloquios por sistema para terminar diciendo una obviedad. El jugador malagueño precisa de muchos rodeos, giros, regates y pasecitos horizontales para hacerse notar. Y no creo, de ninguna de las maneras, que Zidane le ordenara, como vienen contando algunos periodistas, lo siguiente: "Diviértase, pero trabaje". Y me explico:
Los deportes agonísticos no admiten el divertimento. Y sí exigen tenacidad, voluntad y espíritu de sacrificio. En el combate, pues, no hay tiempo para divertirse sino para luchar denodadamente hasta conseguir la victoria. Que es, sin duda, la mejor terapia para recuperarse de los esfuerzos y así poder celebrar los logros. Isco jugó mejor que otras veces. Mucho mejor. Incluso marcó dos goles. Pero todo lo hizo mediante una misión concreta: la de jugar a su aire. Y si le salió bien, en esta ocasión, se debió a que el Betis jugó como un equipo menor. Y porque Kroos y Varane taparon sus deficiencias defensivas.
¿Quiere usted saber cuál es mi opinión acerca del juego de Kroos? El jugador alemán es un clásico del fútbol. Y se llama clásico a lo que no se puede mejorar. En relación con Kovacic, le diré que merece hacerse con un sitio en el Madrid. Su partido en el Villamarín fue para quitarse el sombrero. Tal es así que se había hecho acreedor a permanecer en el campo hasta el fin del partido. Pero Zidane es... quien decide.
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