Mañana espléndida de un martes otoñal. A la par que paseo por el centro voy buscando un sitio donde sentarme para hacer acopio de café y agua. De pronto, llaman mi atención desde una mesa perteneciente a una terraza muy concurrida. Miro y veo que son ellos. Una pareja amiga. Ambos están a punto de ser sexagenarios si no lo son ya. Lo cual no les impide decirme que aún son capaces de verse en el álbum de fotografías que conservan en su casa como oro en paño.
Ella está que se sale de guapa. Y él sigue convencido de que no hay mujer que al pasar por su vera no le dedique la mirada pertinente. La pareja goza de una situación económica más que buena. Son profesionales muy considerados en lo suyo y además sus numerosas lecturas le han dado un importante bagaje intelectual. A ella le ha gustado siempre tirarme de la lengua. Y yo, sabedor de que es lectora de cuanto escribo, me dejo llevar.
Aunque en esta ocasión soy yo quien le pregunto a mis amigos acerca de asuntos relacionados con las parejas. Y principio dirigiéndome a él: ¿Estás de acuerdo conmigo que sin las mujeres el mundo no sería más que un caos?
-La verdad es que sí -responde-. Aunque está ya muy devaluado eso de que las mujeres sean las 'guardianas de la casa', dado que muchísimas trabajan ya fuera del hogar. Pero es cierto que siguen siendo ellas las que velan por el bienestar individual y por la cohesión del grupo familiar.
¿Estás de acuerdo con lo que dice tu marido?
-Mira, Manolo, a pesar de lo que te ha dicho mi marido, luego resulta que en cuanto le llamo al orden para impedir que desperdicie su vida en actividades inútiles o en preocupaciones innecesarias, lo primero que hace es rebatirme mis consejos. Si bien, pasado su tiempo, arría velas y me da la razón.
La verdad es que las mujeres sois un poco brujas. ¿Lo crees tú así?
MX no duda en decirme.
-No te quepa la menor duda. Sería absurdo negarlo. Puesto que tenemos capacidad suficiente para entender sin la menor dificultad los sentimientos de las personas que nos rodean. Y es que contamos con olfato, sutileza y sexto sentido.
¿Te atreverías tú, querido AG, a decir en público que las mujeres son menos inteligentes, dotadas, creadoras, hábiles... que los hombres?
-Ni en broma -contesta mi amigo-. Pues en un santiamén me dirían de todo menos bonito. Y porque todo el mundo reconoce, y los hombres, entre los que me cuento, los primeros, que las desigualdades están relacionadas con las condiciones, no con las capacidades.
Luego podemos airear que se ha enterrado ya el viejo mito de la Dama de las Camelias.
Sin duda -dice ella con celeridad-. Las mujeres somos más fuertes que los hombres. De no ser así, la naturaleza no nos habría reservado el principal papel de la supervivencia.
¿Qué es lo peor de las mujeres, querido AG?
-El deseo permanente que tienen de cambiarnos en todos los aspectos. Si pudieran, de verdad, Manolo, nos fundirían de nuevo como se funden las campanas.
MX, antes de despedirnos, me dijo que le agradaría sobremanera que escribiera algo sobre el Ejército.
No es fácil le contesté. Pero a lo mejor me atrevo.
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