Hay hombres que nunca se hartan de saber. Ningún día -dicen- se acuestan sin haber aprendido algo nuevo. Hay otros, en cambio, que nunca se hartan de ignorar. No se duermen tranquilos sin averiguar que ignoraban profundamente algo que creían saber. Dice Machado en su libro Juan de Mairena.
Pues bien, quien escribe pertenece a los segundos. Así que esta noche tengo asumido que me la pasaré en blanco, in albis, como diría un cursi, indagando si es cierto que Sergio Ramos no falla nunca, que yo no sé lo que veo, o bien que la tengo tomada con él.
Y, para más inri, llega Maldini, ese sabio del fútbol que lo sabe todo al respecto, y dice que no es habitual que Ramos falle tanto como lo está haciendo frente al Español. Y, claro, las palabras de tan ilustre comentarista me hacen sentirme culpable. Aun así, tengo la certeza de que no pegaré un ojo hasta no ver con claridad meridiana que yo no tengo idea de fútbol.
Pero antes de meterme en la piltra cometeré mi último yerro: Sergio Ramos, amén de fallar una, dos, tres veces, debió ser expulsado de un partido que a los veintitantos minutos parecía una crónica de sucesos. Ya se había lesionado Piatti cuando Casemiro también tuvo que abandonar el césped. Y es que el equipo dirigido por Quique Flores no se anduvo nunca con contemplaciones. Sus jugadores acosaron a sus rivales con dureza y a veces con brusquedad manifiesta.
Tan acosados se vieron los jugadores del Madrid que su medio campo, a pesar de estar muy poblado, no lograba imponerse. Ni Modric, ni Kroos -sustituto del lesionado Casemiro-, ni Lucas Vázquez ni Asensio, con la ayuda de James por delante, lograban conectar con un Benzema más estático que en otras ocasiones pero presto siempre a rematar. Le anularon un gran gol de cabeza, por fuera de juego, y disparó a puerta varias veces para lucimiento de Diego López. Y, por último, sumó un gol más al que había logrado James muy al final de la primera parte.
James trabajó de lo lindo, acorde con su capacidad física, y batió a Diego López en un momento crucial del partido. Fue sustituido por Isco en la segunda parte y Benzema dejó su sitio a Morata. A propósito de Lucas Vázquez, conviene insistir en lo siguiente: además de que lucha denodadamente, tiene una calidad que le permite jugar abierto a la banda como lo hacían los extremos antiguos. Eso sí, los cronistas de la cosa lo vienen diciendo a toro pasado.
Y, naturalmente, sería una injusticia no decir nada de Kiko Casilla. Sus intervenciones han sido decisivas para que el Español no marcara. Y, por supuesto, tampoco conviene echar en saco roto su magnífico juego con los pies. Ganó el Madrid. Pero insisto: yo he decido no dormir esta noche hasta que no sepa a ciencia cierta que estoy equivocado con Sergio Ramos.
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