Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 13 de septiembre de 2016

Dejen en paz a Alfonso Murube

De cuanto he leído sobre la Guerra Civil, me quedo con este comentario como resumen de lo acaecido: "Un hado adverso quiso que la conspiración reuniera las condiciones necesarias y suficientes para transformar el previsto golpe de Estado en guerra civil; si el pronunciamiento hubiera triunfado en Madrid o en Barcelona todo se hubiera resuelto en un día o en pocos días; si hubiera fracasado en Sevilla, todo el artilugio conspiratorio se hubiera hundido, porque la intervención del ejército de África era la pieza clave del plan.

"La sublevación comenzó el 17 de julio en Marruecos, se extendió a la Península el 18, y durante varios días se sucedieron las vicisitudes, los cambios de mano, conquista y reconquista de ciudades de uno y otro bando. Cuando la situación se estabilizó hasta cierto punto, cuando pudo hacerse un balance y bosquejar unas fronteras, se advirtió: primero, el mapa era resultado de un forcejeo, no respondía a las realidades humanas; había comarcas muy derechistas en mano de rojos (por ejemplo el Maestrazgo) y viceversa".

Alfonso Murube había nacido en Utrera y se ganaba la vida jugando al fútbol. Y la guerra incivil lo cogió siendo futbolista del Ceuta Sport. Así que su alistamiento en la Falange no era sino un modo de salvar la vida sin saber que muy pronto iba a caer en Aranjuez. He aquí una víctima de una batalla cuyo único objetivo en ese momento era practicar un deporte para el cual, según dicen, estaba cualificado.

A partir de ahí quién podría extrañarse de que Epifanio Hernández, presidente del club, decidiera solicitar al Ayuntamiento un deseo casi generalizado entonces: que el campo municipal pasara a ser llamado Alfonso Murube. Y tampoco, aunque no he ahondado en el asunto, desestimo que AM fuera un tipo capaz de haberse ganado en vida simpatías y afectos de cuantos lo trataban.

Pues bien, setenta y tantos años después de la muerte de Alfonso Murube, una vez más vuelven ciertos políticos a vociferar contra su persona de manera tan absurda como injusta. ¿Se han preguntado todos cuantos claman contra que el estadio lleve el nombre de Murube cómo y por qué sus padres, sus tíos o sus abuelos se vieron precisados, o se alistaron por convencimiento, a combatir en uno o en otro bando?

Si lo hicieran, posiblemente comprobarían que sus más allegados fueron carlistas, falangistas, o tal vez se alistaron en los grupos de Regulares pertenecientes a las fuerzas militares españolas creadas en 1911, en África y con personal indígena. En fin, creo que insistir sobre Alfonso Murube me parece que sólo está al alcance de gente que se levanta cada mañana con el deseo expreso de sembrar la semilla del odio.


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