Sobremesa para chuparse los dedos

Yo nunca he negado lo mucho que me agrada compartir mesa y mantel con conocidos o amigos. Pero no por la comida, que apenas suelo probar bocado cuando ello sucede, sino porque me gusta charlar durante la sobremesa. No hay nada más gratificante, al menos para mí, que se hable de todo lo habido y por haber entre los comensales.

Aunque reconozco que hay que tener la suerte por aliada para lograr que los participantes tengan buenas maneras. Que es lo que siempre decía Antonio Rallo. De quien llevo un mundo sin saber de él. AR, culto, inteligente y gran conversador, solía reírse por lo bajini de todos los tontos con pedigrí.

Tampoco he tenido la suerte de tropezarme este verano con el comandante Francisco Rallo. Piloto comercial de renombre. Tal es así que un avión comercial fue bautizado con su nombre. Pero FR es, además, un conversador capaz de describir el mundo de modo que invita a prestar atención a cuanto dice. Procurando, eso sí, evitar quedarse con la boca abierta. Lo cual, como comprenderán ustedes, resulta feo.

Hablando de los hermanos Rallo he estado apunto de irme por los cerros de Úbeda. Les contaba lo mucho que me gusta pegar la hebra en las sobremesas. Y, claro, aún estoy saboreando lo bien que me lo pasé, fechas atrás, en una. Éramos pocos los contertulios pero supimos debatir sin necesidad de ser moderados por nadie.

AD abrió el fuego de la discusión. Diciendo cuán necesaria es la prudencia en los tiempos que corren. Y mucho más en las ciudades pequeñas. En las que se imponen ser comedidos si uno no quiere verse asediado por quienes están convencidos de que manejan todos los resortes del poder para meter en vereda, llegado el caso, a quien se atreva a salirse del tiesto.

Las respuestas a lo expuesto por AD se sucedieron con calma. Sin que nadie levantara la voz. De entre ellas, creo que fueron cuatro, me quedé con la mejor, a mi modo de ver y entender la cosa... ¡Qué precio tan alto han tenido que pagar a veces los hombres por decir algunas palabras valientes, sin guardarse las espaldas! 

Pronunció la frase MA: mujer que ejerce una carrera que le permite gozar de una excelente posición. También nos dijo que pobre del hombre a quien se le advierta una chispa de ingenio, un brote de imaginación, una pizca de mala leche... Puesto que no tardarán en echársele encima todos los tipos de maneras suaves, bizantinos, grises y planos. A los que no se les ve venir, porque ocultan sus intenciones siempre y eso es una de sus mejores armas políticas.

En honor a ella, esto es, a MA, por ser de mente tan clara, voy a decir, sabiendo de antemano que ella no verá ni un ápice de machismo en mis palabras, sino todo lo contrario, lo siguiente: Fuma muy bien. Tiene los dedos largos y muy finos, unos labios carnosos y una nuez muy pronunciada. Ni que decir tiene que la sobremesa fue para chuparse los dedos.