Tati Toledo, que aparte de nuestra amistad es lector de quien firma, me animó el otro día a escribir sobre el buen trato que los medios de comunicación le dispensan a Isco, mientras que no pierden ocasión de meterse con James. Y, como no podía ser de otra manera, yo intento complacer a quien le ha dedicado tantos años al fútbol.
Isco, estimado Tati, tiene bula para hacer todo lo que le está prohibido al colombiano. Frente al Sevilla, en el partido de la Supercopa de Europa, el jugador nacido en el Arroyo de la Miel, perdió hasta seis balones en zonas peligrosas, durante los 65 minutos que estuvo en el campo. Sin que el grupo de profesionales designados por la televisión para contarnos milongas dijeran ni mu de la pésima actuación del jugador malagueño. James, en cambio, fue mirado con lupa y censurado, a cada paso, durante los 40 minutos, más o menos, que le tocó jugar.
Y, lo peor del caso, es que aún siguen los principales periódicos deportivos de Madrid criticando acerbamente al jugador colombiano. Está comprobado que hay una campaña malévola contra él para que, además de indisponerlo con la afición, se vea obligado a liar los bártulos. El trato tan desigual que reciben ambos, esto es, Isco y James, me hace pensar, al margen de poder asegurar que el chovinismo español ha superado ya al francés, lo cual no es moco de pavo, que el representante de Isco debe ser un tipo generoso: rumboso, que dirían en mi pueblo.
También tengo previsto seguir las actuaciones de Sergio Busquets. Ya que la pereza y el desdén con que éste se viene empleando, a la hora de defender, trae por la calle de la amargura a Mascherano. De esta situación ya opiné, como bien saben ustedes, hace nada y menos. Pero como el Barcelona, además de encajar cuatro goles ante el Liverpool, que bien pudieron ser siete, ha recibido dos más en el Trofeo Joan Gamper, resulta que todos los palos se los está llevando el jugador argentino.
El Lobo Carrasco, ex jugador azulgrana, y ya consagrado comentarista de televisión, no se cortó lo más mínimo en decir que el problema defensivo del Barça radica en la escasa estatura que tiene Mascherano para actuar de central. A buenas horas mangas verdes. Y todo por no querer reconocer que Busquets, desde hace ya cierto tiempo, viene jugando con una indolencia rayana en la abulia. En fin, he aquí un tema que no dará mucho que hablar mientras Messi y Suárez sigan arreglando el desaguisado.
Jorge Martínez, lector de este blog y madridista fetén, el cual tiene además la inveterada costumbre de invitarme, cuando coincidimos en un bar, antes de que a mí me haya dado tiempo a meterme la mano el bolsillo, dando pruebas evidentes de ser más rápido que Usain Bolt, desea saber si la vuelta de Morata era necesaria.
Álvaro Morata, apreciado Jorge, no lo tiene fácil para jugar en el Madrid. Al menos para jugar cuanto él desea. Máxime cuando su regreso se ha producido tras haber triunfado ruidosamente en uno de los equipos grandes de Italia y del mundo: El Juventus. AM ha arriesgado muchísimo. Y, posiblemente, esté en estos momentos pensando en que debió aceptar otras ofertas. Lo peor de este asunto es que, cuando se vea postergado al banquillo, pierda la calma y se ponga a gritar sus desgracias a voz en cuello.
El Madrid tiene a Cristiano y Benzema, a Bale y Lucas Vázquez como delanteros para cambiar de sistema porque así lo exija el rival o las circunstancias del juego en cualquier momento. También cuenta con medios volantes capaces de funcionar, como delanteros falsos o flotantes, de manera práctica y brillante. Y, por si fuera poco, hay en la plantilla un futbolista que se llama Mariano, dominicano él. Cuya permanencia en el primer equipo jamás sería motivo de discordia por no jugar. En cambio, sí aportaría, en momentos adecuados, un rendimiento extraordinario, debido a las cualidades que atesora: remate de cabeza, potente disparo, y una condición física que le permite fajarse con los defensas más rudos.
Mi opinión, estimado Jorge Martínez, es que, a pesar de lo buen jugador que es Morata, el Madrid también ha arriesgado lo indecible recuperándolo. Y te lo explico: Ni Morata aceptará ser un segundón ni el Madrid estará dispuesto a tener que soportar el carácter avinagrado de un futbolista que ha vivido en la cresta de la ola hasta hace nada.
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