La guasa de mi amigo

El martes pasado, o el miércoles, que para el caso es lo mismo, tomando café con un amigo, que además es lector de Ceuta Actualidad, me reí con ganas. La pena es que nos vemos de higos a brevas. Lo cual me priva de pasármelo en grande con sus ocurrencias.

Mi amigo también rió, aunque por lo bajini, cuando yo le comenté que su guasa es gracia seria, templada, con una cucharadita de cinismo, cuarto y mitad de ironía, y, naturalmente, consecuencia de muchas horas de lecturas. Podría añadir -tomo prestado lo que sigue- "que es una gracia filtrada por la razón".

Mi amigo es exagerado. ¡Claro! Porque es imaginativo e inteligente. Actúa gratuitamente. Esto es, que no espera el aplauso. Debo decir, en justicia, que nunca le he visto pasar de la guasa a la malajosería. Por más que entre ambas haya una línea como el papel de fumar.

Mi amigo ha ganado fama de ser más cumplido que un luto. Y, cuando se lo recordé, no dudó en responderme de tal guisa: "Hoy en día, querido Manolo, tantísima gente está tan apretada de dinero que la única cosa agradable que se puede permitir son los cumplidos. En mi caso, créeme, es lo único que está a mi alcance".

 Ni que decir tiene que a mí me agradó sobremanera que mi interlocutor, a quien tanto afecto le tengo, se pusiera en plan Oscar Wilde. A quien es capaz de estar parafraseando sin solución de continuidad. Así que volvió a las andadas.

-No te parece a ti que es una indecencia por parte de los políticos alabar a los pobres por cómo están soportando la ruina producida por la crisis económica. Hay que tener poca lacha para recomendarles economía a los que no tienen casi nada que llevarse a la boca. Es como aconsejarle que coma menos a un hombre que se está muriendo de hambre.

Cuando estábamos a punto de despedirnos, mi amigo me sugirió que escribiera sobre el asunto de la limpieza de Ceuta. Más bien me azuzó a que dijera lo bien que era tratada la empresa URBASER en esta ciudad, por quienes todos sabemos... A TRACE, en cambio, no le permiten ni respirar.

Me sorprendió, como no podía ser de otra manera, la propuesta tan prosaica de mi amigo. Pero me veo obligado a publicarla. De lo relacionado con la 'Escoba de oro' no diré ni pío. Porque decidí cerrar los oídos.