El Estadio de Anoeta no ha sido nunca fácil. Y el Madrid tenía que pasar esa primera prueba con nota. Y lo ha hecho de manera sobresaliente. Se me puede decir que la Real Sociedad no ha dado la talla. Por más que en la segunda parte lo haya intentado con más voluntad que acierto. Pero sería injusto no reconocer que el equipo de Zidane se ha mostrado como un gran conjunto.
El Madrid, con su 4-1-4-1, ha funcionado tan bien que ha podido dar la sensación de que sus jugadores apenas se esforzaban para dejar el partido resuelto en la primera parte. Verdad es que el gol de Bale cuando apenas se habían cumplido dos minutos de juego, hizo posible que la tranquilidad reinara entre sus futbolistas. Sólo Marcelo, de vez en cuando, propiciaba con su habitual pachorra la posibilidad de que los donostiarras se vinieran arriba.
Los madridistas se hicieron dueños de la parcela central del campo desde el comienzo. Kovacic -su recuperación era necesaria-, Casemiro y Kroos dominaron la zona ancha con la ayuda de Bale y Asensio. Tan poderosos ambos en ataque como a la hora de defender por los costados. De ahí que la Real Sociedad no inquietara nunca a Casilla.
Pero hay más. Dado que el fútbol es un estado de ánimo. O lo que es lo mismo: estado moral en que se encuentra alguien, de alegría, tristeza, abatimiento, buen o mal humor... En Anoeta tuvimo la oportunidad de ver a un Morata en estado de grandeza. Es decir, con el valor suficiente para afrontar el partido de modo que nos permitió ver al Morata que encandiló a los italianos hasta convertirse en un destacado jugador del Juventus.
El lenguaje corporal de Álvaro Morata en Anoeta dejaba entrever que estaba dispuesto a dejar en evidencia a los defensas del equipo donostiarra. Hizo con ellos cuanto quiso. Se ganó el derecho a marcar su gol. Aunque para el recuerdo quedaron sus desmarques: ora hacia la izquierda, ora hacia la derecha, ora hacia el propio campo... Acabó extenuado. Pero su magnífico partido le debe servir de acicate y, desde luego, para procurar por todos los medios darle un regate a la ansiedad que venía padeciendo.
Gareth Bale. Extraordinario. El galés, tras la brillante Eurocopa realizada con la selección de su país, ha vuelto convencido de que ya no habrá nadie que se atreva a poner en duda su enorme valía. Su ayuda a Carvajal y sus dos goles nos hacen pensar que su temporada, salvo lesión, será de las que se recuerden.
Asensio. Parece que lleva jugando en el Madrid toda la vida. Conduciendo el balón, me recuerda a veces al infortunado Manolo Velázquez. Temple, dominio de la situación, trabajador, y con calidad suficiente como para convertir un pase de Varane en la majestuosa jugada que supuso el segundo gol de su equipo.
Los cambios de Zidane fueron correctos. Y es que a Lucas Vázquez hay que ofrecerle oportunidades casi siempre. Ya que se las ha ganado a pulso. James se dejó ver en ataque durante los pocos minutos jugados. E Isco pierde balones con facilidad y además aporta muy poco.
Mención aparte merecen Kroos y Marcelo. El primero hizo un extraordinario partido. Mucha razón tenía su hermano cuando dijo que si Pogba valía lo que valía su hermano valía doble... En lo tocante al segundo, es una pena que se complique la existencia en defensa, arrastrando con sus pifias a Sergio Ramos. Zidane debería corregir ese desafinado cuanto antes mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.