Carlos Herrera, a quien sus compañeros llaman maestro, debido a la sabiduría y habilidad que derrocha como profesional de la radiodifusión, ha sido tachado de "clasista" y "señorito" por quienes están convencidos de que los elogios que el locutor estrella de la Cadena Cope hiciera, días atrás, de los camareros de la cafetería La plaza Sanlúcar (en Sanlúcar de Barrameda) merecían tales desnuestos.
Ni que decir tiene que el maestro Herrera respondió, a media vuelta de manivela, tildando de "tontos en tropel" a sus críticos. Porque El Herrera, que así lo nominan sus más íntimos, es consciente de que llamarle señorito a un andaluz, aunque no haya nacido en Jerez, como es su caso, no deja de ser un insulto.
Y es que los señoritos, al tener desde muy joven el nombre y el dinero se convierten en una caricatura de su padre. Esos señores rebosantes de aura y prestigio. De las correrías de los señoritos se ha dicho lo que no hay en los escritos.
Hablando de escritos, aprovecho la ocasión para volver a recomendarles, una vez más, "En La Casa del Padre": Libro del cual es autor Caballero Bonald. Y en el que podrán empaparse de que todas las calaveradas que se les han venido adjudicando a los hijos de los señores son tan verídicas como para que hayan adquirido tan mala fama.
Aunque urge decir que esa clase de señoritos ha desaparecido de la faz de Andalucía. Aun en la cuna del señoritismo. Lo que no quita para que haya algunos tipos parranderos, tarambanas y jaraneros tratando de emular a sus antecesores. Tampoco conviene olvidar que un señorito es, necesariamente, el hijo de un señor. Lo cual no quiere decir que herede las cualidades de ese señorío correspondiente a su padre.
En fin, a mí me parece que es una gilipollada, dado los tiempos que corren, motejar a alguien de "señorito". Pero Carlos Herrera, desde la atalaya del éxito permanente, o como bien diría el maestro Antonio Gala alojado en la cresta de ola, dejándose masajear por los vientos alisios, habría demostrado su mejor temple no entrando al trapo de opiniones estultas. Por algo recibe tratamiento de maestro.
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