No creo que pueda haber dos hombres más diferentes que Vivas y Carreira. Como no creo, asimismo, que pueda haber dos que se tengan tan íntima, secreta y mutua simpatía como la que estos dos hombres se tienen. Es una hermandad digna de ser destacada. Por compleja.
Ambos son, como decía, radicalmente diferentes. Vivas es tan buen actor como para permitirse el lujo de interpretar permanentemente diversos papeles. Carreira trata de ser un hombre directo, no rehúye el cuerpo a cuerpo dialéctico y si la cosa se pone bronca no duda en echar mano de una mordacidad de mucho cuidado.
Hubo un tiempo en el cual se decía que Vivas y Carreira no se podían ver ni en pintura. Y quienes aireaban esa desavenencia alegaban que era porque el segundo no se cortaba lo más mínimo en decir que él le estaba sumamente agradecido a Jesús Fortes. Lo cual parecía, según los difusores del rumor, no sentarle bien al primero.
Pero yo llegué a la conclusión de que ambos esperaban el momento oportuno para unirse de nuevo en la aventura de gobernar cada uno con sus armas pero buscando el bien común. Entiéndase, como bien político. Vivas y Carreira han logrado domeñar la timidez que los atenazaba en sus comienzos como autoridad política. Conque no sería descabellado asegurar que la actividad política ha sido para ellos elixir capaz de cambiarles el carácter apocado que se les suponía.
De cualquier manera, nunca debe echarse en saco roto la ira de los tímidos solapados. Carreira, por más que él lo niegue, no tiene ninguna condición para las amistades. Y hasta puede que coincida con Vivas en lo siguiente: que sólo tiene predilección por las personas que le puedan enseñar alguna cosa y, en algún momento, en las que le distraen.
La ironía de Vivas ha ido subiendo como la espuma con el paso de los años; de modo que, salvo raras excepciones, la burla fina no sólo se deja ver en la comisura de sus labios sino que forma ya parte del paisaje de su semblante. Los ojos de Vivas son como una foto fija del cachondeo por excelencia cuando él cree que la ocasión lo requiere. Carreira, en cambio, se siente más seguro haciendo uso del sarcasmo. Que no deja de ser la ironía subida de tono. Veta seca con la que él juega a discreción.
En fin, Vivas y Carreira forman una pareja perfecta como gobernantes locales. Del primero descuella la humildad escenificada; del segundo, la acrimonia estudiada y presta a dejar al adversario sin recursos. Y hasta ahora, que uno sepa, les va más que bien.
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