Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 26 de julio de 2016

Desánimo televisado

A Benito Salmón lo conocí en Ibiza. Durante el segundo año de la década de los setenta. Era veinteañero y yo andaba ya en esa mítica edad de los 33 años. Ibiza era un paraíso. Por más que los hippies con menos posibles hubieran elegido las Islas Pitiusas como refugio para mitigar en parte su ya manifiesta decadencia.

BS había llegado ese año, procedente de un pueblo andaluz, para trabajar como camarero en una cafetería situada en el paseo Vara del Rey, tras haber cumplido con sus deberes militares. Aficionado al fútbol, pronto se dio las trazas suficientes para llamar mi atención y ganarse mi confianza. Y, desde luego, se hizo acreedor a contar con mi invitación para que no le costara un duro ver jugar a la S D Ibiza que yo entrenaba.

BS nunca ha dejado de telefonearme desde entonces, aunque las llamadas hayan sido cada vez más espaciadas, a fin de saber de mí y, de paso, ponerme al tanto de cómo se encuentran los amigos comunes y de cómo la vida lo ha ido tratando como ibicenco. Puesto que él decidió quedarse en Ibiza y formar una familia. Ayer se puso en contacto conmigo para comunicarme que lleva ya tres meses jubilado y que no soporta más la televisión.

Se expresó así: "Mira, Manolo, tú sabes que yo no soy mucho de playa ni de ponerme a dar vueltas por Vara del Rey ni por los sitios más frecuentados. Entre otras razones, porque la pensión que me ha quedado da para lo que da... Así que me he convertido en un adicto de la televisión. Ya que antes, trabajando tantas horas, apenas me quedaba tiempo para permitirme un rato de ocio. Y he llegado a la siguiente conclusión".

-Un momento, le digo, un momento, Benito, por favor, que ya sé lo que me vas a decir... Que has decidido  a partir de ahora  ponerte delante de la pantalla solamente los días en los que se transmitan espectaculos deportivos. Por ser la televisión un auténtico concurso cotidiano entre las diversas cadenas para ver cuál de ellas bate el récord de las malas noticias y hasta de chabacanerías insufribles.

-Claro que sí, Manolo. Por más que mis amigos me digan que la televisión, aparentemente, es como el tabaco: se dice que es malo, pero no se puede pasar sin él. Ahora bien, lo que yo deseo saber es si te ha sorprendido mi decisión.

-No, Benito, no; como tampoco me extraña que, al igual que tú, haya millones y millones de personas que sientan una especial ternura por las transmisiones deportivas. Único terreno en el que, de vez en cuando, las gentes tienen un aire satisfecho. Porque si siempre existe un perdedor, forzosamente tiene que haber un ganador.

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