Voy de mañana a la playa de El Chorrillo. Aunque el sol ya pega de lo lindo y el agua invita a darse el primer baño. Que es lo que hago. Pronto llega una señora y se dirige a mí para decirme que a ver si le recuerdo al encargado del servicio de mantenimiento del mobiliario -playero- que no funciona la lámpara de la caseta donde solemos cambiarnos de ropa los bañistas. Vamos, que no se ve tres en un burro.
Le digo a la señora que cumpliré su deseo. Aun a sabiendas de que tales avisos no suelen ser bien recibido por quienes dirigen el cotarro de la cosa. Y la señora tardó nada y menos en responderme de tal guisa: "No sabía yo, De la Torre, que andaba usted tan bajito de ánimos en estos momentos. Aunque algo me habían dicho al respecto. En fin, haga usted lo que crea conveniente...
Ni que decir tiene que las palabras de la señora fueron como un rejonazo en todo lo alto. Pero ni ella me dio la oportunidad de responderle ni tampoco a mí me pudo el deseo de hacerlo. No obstante, una vez más me cercioré de que las mujeres zanjan, reaccionan y actúan con celeridad.
Menos mal que pronto hizo su aparición en escena alguien con quien vengo pegando la hebra todos los fines de semana. Alguien a quien llevo saludando por la calle desde que desembarqué en Ceuta para quedarme. Que ya ha llovido. Pero que sigo sin acordarme de su nombre. Y a mí me da mucha lacha preguntárselo. Yo sé que se va a reír de lo lindo cuando me lea. Pero...
En fin, la conversación de hoy ha discurrido sobre las posibilidades que tuvo un hijo suyo de llegar a ser un futbolista de categoría. Y puestos a charlar acerca de un deporte que sigue acaparando la atención de medios y aficionados, por encima de todos los espectáculos habidos y por haber, mi interlocutor desea saber cómo es posible marcar a Griezmann, la estrella de la selección francesa, en esa posición que ocupa como delantero centro falso o flotante.
Y decido contarle lo siguiente: Carlos Iturraspe, entrenador del Valencia, con quien mantuve en su día muy buenas relaciones, fue consciente de que para no caer derrotado ante el Madrid, del mejor Di Stéfano, había que anular a éste. Una misión que parecía imposible. Pero CI decidió sacarse de la manga una acción táctica tan arriesgada como extraordinaria y novedosa.
En vista de que Alfredo Di Stéfano no era un delantero estático, prescindió Iturraspe de un central y puso a un medio volante marcando a la Saeta Rubia. El jugador elegido fue Mangriñán. Anulada tan grande figura, el Valencia se impuso en Chamartín por dos a uno.
Pues bien, aunque Griezmann no es Di Stéfano, el seleccionador portugués, Fernando Manuel Costa Santos, tiene en sus manos la posibilidad de atar en corto a un jugador que está, actualmente, tocado por los dioses del fútbol. ¿Cómo?... Pues haciendo lo mismo que hizo Carlos Iturraspe en la temporada 1954-1955.
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