Eliminada España de la Eurocopa, tras acudir a Francia con el pronóstico de favorita, un amigo, que siempre está dispuesto a sacarle punta a todo, no dudó en decirme que Mariano Rajoy podría estar subiéndose por las paredes. No sólo por ser muy aficionado al fútbol y gran patriota, sino porque nunca antes fue más necesaria la continuidad de 'La Roja' en una competición para mantener distraídos a millones de españoles. Tan ensimismados ante la televisión como para que dejaran de percatarse de cómo los políticos siguen enfrascados en luchas subterráneas, olvidándose del bien de los españoles.
Llevas razón, le dije. Pero ya va siendo hora de que la gente sea consciente de que la política traiciona a cada uno de los personajes. Revela que el elemento personal nunca queda aniquilado, que no existen la objetividad ni el verdadero sacrificio personal, y que las personas utilizan las ideas políticas para herir y luchar unas con otras, y que no se trata de una dedicación a los hambrientos, a los pobres, sino a una ideología que puede convertir a cada hombre en el enemigo del que no piensa como él. Lo cual es tan antiguo, o más, que el arroz con leche.
La política, querido amigo, y tú deberías saberlo ya sobradamente, no es terreno propicio para la amistad y sí para cobijar egoísmos, orgullos y soberbias a raudales. Y a partir de ahí por qué no creer, por ejemplo, lo que decía Giulio Andreotti, que algo sabría del asunto: "Gobernar no consiste en resolver problemas, sino en hacer callar a quienes los plantean". Y sobre todo, digo yo, en impedir que la gente se meta en lo que sí le importa. Y el fútbol, sin duda alguna, es el circo universal que todo lo puede. Por ser capaz de anestesiar la mente de quienes se entregan a él buscando la identidad perdida.
Mi amigo, tras resoplar, me preguntó: "¿Tan malas personas son los políticos?".
-Habrá de todo como en botica -le respondí-. Por más que Julio Caro Baroja dijera, en su día, que si hoy existiera la pena de la hoguera, los políticos serían los más sujetos a ella. Creo que el autor de Las brujas y su mundo debió levantarse con el pie izquierdo cuando decidió largar de esa manera. Pero.... no deja de ser el parecer de un intelectual.
-¿Acaso fue ese Caro Baroja quien dijo que los políticos tienen que vivir entre la mierda, pero no confundirse con ella?
-No, amigo, no; yerras... Cosa impropia en ti. A ver si vas a ser tú el más trastornado por la eliminación de la selección española. Fue Adolfo Suárez el que dijo que los políticos tienen que vivir entre la mierda, pero no confundirse con ella. Lo cual, créeme, fue como predicar en el desierto.
De cualquier manera, y dado que ahora estoy releyendo París, 1919. Seis meses que cambiaron el mundo, vuelvo a creer firmemente en que los políticos, amén de ser lo que son, están casi siempre al borde de la locura. Y así debieron estarlo quienes negociaron, en la primera década del siglo XX, los destinos de muy diversas naciones sin la menor piedad.
Esperemos que pronto haya Gobierno. O sea.
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